¿CÓMO LEER LA BIBLIA?

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano




Felipe le oyó que leía al profeta Isaías, y
dijo: Pero..¿Entiendes lo que lees? Él dijo:
¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?


Para todos es primordial leer la Biblia. Pero, ¿Cómo sacar provecho de su lectura? Si usted no conoce la Biblia, que es la misma Palabra de Dios, y desea empezar a leerla, es normal que no comprenda todo en la primera lectura. Es aconsejable empezar con el Nuevo Testamento, la segunda parte de ella. Pídale a Dios que le ilumine por medio de su Espíritu. Pase rápidamente los capítulos que le parezcan difíciles; volverá a leerlos más tarde y los comprenderá a la luz de lo que hasta ahí haya entendido. Profundice en los pasajes sencillos que no necesitan explicación.
Evite rechazar lo que no le parezca lógico o conforme a lo que se le haya enseñado. No ceda a la tentación de inventarse una explicación. Desconfíe de las deducciones apresuradas que ciertas personas o sectas le proponen, pretendiendo que son las únicas admisibles.Los que elaboran tales doctrinas aíslan aquí y allá algunos pasajes bíblicos y los organizan según sus ideas. La Biblia forma una unidad; las partes que la componen se complementan entre sí.
No busque en la Biblia una confirmación de lo que siempre ha pensado; sino busque en ella la Verdad. Si es honesto en su búsqueda y desea sinceramente descubrir lo que Dios quiere decirle, no quedará decepcionado. Desde Génesis hasta Apocalipsis, el gran tema de la Biblia es Jesucristo, el Hijo de Dios. Aquel a quien Dios anunció

LA PACIENCIA DE DIOS

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano





¿Menosprecias las riquezas de su benignidad,
paciencia  y  longanimidad, ignorando que su
benignidad te guía al arrepentimiento?
(Romanos 2:4)

“La paciencia y el tiempo pueden más que la ira y la fuerza”. Esta moraleja de una fábula de la Fontaine anima a tener paciencia y dominio propio, al mismo tiempo que denuncia la inutilidad de la ira y la agresividad ante las dificultades. A veces perdemos la paciencia ante situaciones difíciles, respecto a un niño, a nuestro cónyuge o a un compañero de trabajo… y la situación puede transformarse en conflicto. ¡En ocasiones también ponemos a prueba la paciencia de los demás!
Pero, ¿Hemos pensado en la paciencia de Dios? “El Señor…es paciente para con nosotros”. Todos éramos culpables ante él y estábamos condenados a morir en nuestros pecados. Pero Dios, quien nos ama, desea que “Todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Es una advertencia llena de amor; Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).
Arrepentirse es reconocer que formamos parte de los seres  humanos que están bajo el mismo veredicto divino: “No hay justo, ni aun uno” (Romanos 3:10). Es aceptar nuestra incapacidad para volvernos justos por nosotros mismos. Es recibir el único medio que Dios nos ofrece: Jesucristo, quien llevó en la cruz el castigo que nuestros pecados merecían. Es creer en él, aceptar ser hecho justo ante Dios, “gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24). No menospreciemos la paciencia de Dios.          

POR MI NOMBRE

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



Mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón,
hijo de Jonás; tú serás  llamado Cefas
(que quiere decir, Pedro)  Juan 1:42


Si una persona a quien respeto o admiro se acerca a mí y me llama por mi nombre, eso me conmueve debido al interés que me manifiesta de esa manera.
Desde que pertenezco a Cristo soy conocido y amado por él. Jesús conoce bien mi nombre, el que llevo desde el día en que hizo que viniese a este mundo. Él me ama, no por lo que seré, sino tal cual soy, y esto porque la fuente del amor está en él. En un mundo donde la vida humana está cuantificada en términos de productividad o de gastos, mi Salvador me atribuye un valor intrínseco, inmutable, porque está ligado al precio que él mismo pagó por mí.
Sí, el Señor me conoce bien, su grandeza no lo aleja de mí. Sea cual sea mi estado, él se acuerda de mi nombre y de los planes de amor que tiene preparados para mí. En la mañana de su resurrección, lo manifestó de una manera especial a una persona afligida: “Jesús le dijo!” ¡María! (Juan 20:16).
Puede suceder que yo pierda el contacto con él, por ejemplo, porque busqué otra cosa diferente a su comunión. Entonces se acerca a mí, como lo hizo con su discípulo Pedro, y me dice llamándome por mi nombre: ¿Me amas? Si estoy dispuesto a responderle sinceramente, confesando mis errores, volveré a hallar el gozo de su presencia y quizá, bajo la forma de una misión especial (Juan 21:15-17). 

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

Tomado de Renuevo de Plenitud
por María Lozano




 
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y luego su antiguo camión se negó a arrancar.
Mientras lo llevaba a casa, se sentó en silencio. Una vez que llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación.
Su bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa.
Posteriormente me acompañó hasta mi automóvil. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
"Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. Sé que yo no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.
Lo divertido es, añadió sonriendo, que cuando salgo en la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.

DAD A CÉSAR LO QUE ES DE CÉSAR

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



Dad, pues, a César lo que es de César, y
a Dios lo que es de Dios.   (Mateo 22:21)

Pagad a todos lo que debéis: al que tri-
buto, tributo…al que honra, honra.
(Romanos 13:7)

Esta fue la respuesta dada por Jesús a los judíos que vinieron a preguntarle acerca del pago de los impuestos a los romanos, quienes dominaban Israel en aquella época. Jesús los animó a que se sometiesen a esa autoridad, incluso si les costaba. Hoy en día esa frase es un proverbio en nuestro idioma. Es correcto dar a cada uno lo que se le debe, especialmente a las autoridades.
Pero la frase que Jesús dijo tiene una segunda parte: “a Dios lo que es de Dios”.
Quizás nos sintamos orgullosos de ser buenos ciudadanos porque cumplimos con nuestros deberes cívicos y pagamos  puntualmente los impuestos. Pero, ¿hemos pensado en nuestras obligaciones respecto a Dios? Fue él quien creó todas las condiciones necesarias para la vida, es él quien da vida a todo ser humano y lo mantiene con vida. Él da el sol, la lluvia y hace que las cosechas crezcan y maduren. ¿Qué le damos a cambio? Nosotros, pobres criaturas, por lo menos deberíamos dar las gracias a nuestro Creador y comportarnos convenientemente conforme a la magnífica naturaleza en la cual nos desarrollamos.
Y, sobre todo, ¿cómo reaccionamos respecto al favor divino que sobrepasa todos los demás, es decir, el don de su unigénito Hijo, Jesucristo, como Salvador?
Seamos más conscientes de toda la bondad de Dios hacia nosotros y esforcémonos en darle el honor y el agradecimiento que se merece.   

UN EJÉRCITO LIBERADO DE LA SED

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



Como tú me enviaste al mundo, así yo
los he enviado al mundo.     Juan 17:18

Sí, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra
cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios
1 Corintios 10:31

Hacia el año 160 el emperador romano Marco Aurelio, que estaba en campaña contra los Bárbaros, se halló completamente rodeado por el enemigo. En medio de semejante situación tan desesperada, pues todo abastecimiento de agua era imposible, escribió lo siguiente en su diario: “En el quinto día sin agua me puse a rezar a los dioses de mi pueblo, pero como me ignoraron, convoqué a aquéllos de los nuestros que tienen el nombre de cristianos. Los invité a orar para encontrar una salida”.
Los detalles concernientes a la oración de estos creyentes también fueron anotados.
“Puestos de rodillas, oraron no sólo por mí, sino también por todo el ejército, para que fuésemos liberados de la sed. Mientras se postraban en tierra y oraban a Dios, a un Dios que yo desconozco, llovió a cántaros sobre nosotros y al mismo tiempo un granizo devastador cayó sobre el campo enemigo. Todos reconocieron inmediatamente la intervención de un Dios que responde a las oraciones”.
Impresionado por la respuesta milagrosa, el emperador redactó seguidamente un decreto que aliviaría (sólo por algún tiempo) las persecuciones contra los cristianos.
Creyentes, en un mundo cada vez más enemigo de Cristo, permanezcamos en el lugar que Dios nos da, con buena disposición “para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”
(1 Pedro 3:15).

MEJOR QUE LA TOLERANCIA

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?
Dice el Santo. (Isaías 40:25)

Como son más altos los cielos que la tierra, así son…
mis  pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:9).

En 1598, en Francia, el rey Enrique lV firmó el Edicto de Nantes. Así estaban echadas las bases de la tolerancia, tan elogiada hoy en día. Pero, ¿Sabe usted que la Palabra de Dios nos propone algo mejor?
La Biblia revela al único Dios, quien invita a cada ser humano a hacer la diferencia entre él y los así llamados dioses. Para conocerle no basta con seguir los preceptos de una religión, mientras se respeta a los demás. No obstante, para estar en relación con él y verle obrar en mi vida tengo que aceptar su revelación.
Dios no tiene ninguna tolerancia para con el pecado, ¡En cambio, perdona a todo aquel que cree en Jesucristo!
Tampoco se puede decir que él tolera a los pecadores. En realidad, él hace mucho más; ¡Los ama! Y si los soporta, es para darles el tiempo de volverse hacia él a fin de que sean salvos.
Dios no nos pide que toleremos el mal. Nos dice que debemos vencer el mal con el bien (Romanos 12:21). Finalmente Dios nos enseña, no a la tolerarnos unos a otros, sino a amarnos como Cristo lo hizo y a hacer con los demás lo que quisiéramos que se haga con nosotros. ¡Qué vasto programa! Éste supera la tolerancia tan preconizada hoy, la que a menudo solo es una culpable indiferencia o una pasiva complicidad.
¿Confiaremos en Dios y aceptaremos tal desafío?             

LLEVADA A DIOS POR EL EVANGELIO

Tomado de La Buena Semilla
por María Lozano




Buscad al Señor mientras puede ser hallado,
llamadle en tanto que está cercano. Isaías 55:6

Justificados, pues por la fe, tenemos paz para
con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo
Romanos 5:1

“Busqué a Dios en mi religión y también en la naturaleza a la que tanto amaba, pero no lo encontré, y mi corazón siguió insatisfecho. Cierto día, mientras paseaba, entré en un lugar donde anunciaban el Evangelio. Me impresionó mucho la simplicidad de la predicación. Para mí fue una revelación. Algunos días después el Señor me habló y me dijo: “No dejes pasar la gracia que estás buscando desde hace tiempo. ¡Tómala!, Tocada en lo más profundo de mi ser, lloré mucho…Comprendí que era pecadora. Hasta ese momento me dirigía  a los ídolos de mi religión, sin darme cuenta de que sólo se puede ir al Padre por medio de Jesucristo, quien es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Quedé totalmente convencida de esto. Fue una inmensa gracia, una iluminación, comencé a comprender algo de la grandeza de la cruz de Jesucristo, el Hombre de dolores del que habla el libro de Isaías (53:3)  . Él cargó con mis pecados, llevó mis dolores. Perdonó todos mis pecados y me dio su paz que sobrepasa todo entendimiento y domina todas las pruebas. Desde ese momento experimenté una profunda alegría al descubrir su amor, un amor que nunca nos defrauda”
La conversión no es un cambio de religión, sino aceptar el Evangelio de Jesucristo. Ésta consiste en confesar nuestros pecados ante Dios y aceptar por fe al Señor Jesús y su obra expiatoria en la cruz.           



UN REGALO ESPECIAL

Tomado de Renuevo de Plenitud
por María Lozano


Desde la muerte de su padre tres años antes, la familia de Roberto había luchado por subsistir. A pesar de los esfuerzos de su mamá, nunca había suficiente para todos. La pobre mujer trabajaba el turno de la noche en el hospital, pero lo poco que ganaba no le alcanzaba para más que lo estrictamente necesario.
Lo que le faltaba en lo material a la familia de Roberto, lo compensaba en amor y unidad familiar. Tanto sus dos hermanas mayores como su hermana menor ya le habían hecho a su mamá un lindo regalo de Navidad.
«No era justo», pensaba Roberto, que tenía apenas seis años de edad. Ya era Nochebuena, y él no tenía absolutamente nada que darle a su mamá.
Procurando contener las lágrimas, se encaminó hacia la calle donde él había visto tiendas. Pasó por una tienda tras otra y contempló las vidrieras decoradas. Cada una mostraba regalos que él jamás podría comprar.
Al caer la noche, Roberto se dio vuelta, cabizbajo, para volver a casa, y notó de pronto el reflejo del sol poniente en una moneda que brillaba en la acera.
¡Nadie jamás se sintió tan rico como Roberto al recoger esa moneda!
Con su nuevo tesoro en la mano, entró alegre en la primera tienda que vio. Pero su ánimo decayó tan pronto como el vendedor le explicó que allí no podía comprar nada con una sola moneda.
Así que fue a una florería que vio en frente, e hizo cola detrás de unos clientes. Cuando le llegó el turno a Roberto, el dueño del establecimiento le preguntó.
--¿En qué puedo servirle, jovencito?
Roberto le mostró la moneda y le preguntó si eso le alcanzaba para comprar una flor para su mamá como regalo de Navidad. El comerciante lo miró con ternura, se agachó para estar a su nivel y le dijo:
--Espera aquí un momento, que voy a ir a ver si hay algo que pueda servirte.
Ante el asombro de Roberto, el dueño regresó al rato con una docena de rosas rojas con hojas verdes y florecitas blancas atadas con un lindo lazo plateado.
--Ahora sí me puedes dar la moneda que tienes en la mano, jovencito --le dijo el hombre--. Imagínate que tenía estas rosas a un precio rebajado, ¡la docena por una sola moneda! ¡Menos mal que llegaste a tiempo para comprarlas; si no, nadie hubiera aprovechado esta magnífica oferta!
Roberto le dio las gracias y le pagó, dando saltos de alegría por dentro. El hombre le abrió la puerta y, mientras el emocionado niño salía con su docena de rosas, le dijo: «¡Feliz Navidad, hijo!»
Más tarde el conmovido dueño le contó a su esposa lo sucedido:
--Esta mañana, antes de abrir el local, percibí como que una voz me decía que apartara una docena de mis mejores rosas para un regalo especial. No sabía por qué, pero lo hice. Luego, antes de cerrar, un niño entró con la intención de comprarle a su mamá una flor con una sola monedita. Ese niño era como yo hace muchos años. Yo tampoco tenía nada con qué comprarle un regalo de Navidad a mi madre. Pero un desconocido me vio en la calle y me dijo que sentía que debía darme dinero. ¡Era más que suficiente para comprarle un regalo a mamá!
»Cuando vi a ese niño esta noche, supe de Quién era esa voz, así que fui y le arreglé aquellas rosas.
Lo cierto es que el dueño de aquella florería las estaba arreglando para Jesucristo mismo, el que cumplía años. Pues fue Cristo quien dijo:
«Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí.» Mateo 25:1.

UN LIBRO QUE CONSUELA

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano




Me regocijo en tu palabra como el que
halla muchos despojos.     (Salmo 119:162)

¿No hace mis palabras bien al que camina
rectamente?         (Miqueas 2: 7)


“Una simple línea en la Biblia me consoló más que todos los libros que he leído. La Biblia puesta al alcance de todos es el mayor beneficio que haya podido conocer la humanidad”. Emmanuel Kant (1724-1804).
Según su propia afirmación, el brillante filósofo se había dado cuenta de que la Biblia responde, de forma única, a nuestra necesidad de ser consolados. ¿Por qué la Biblia tiene este poder para consolar?
Porque ella nos pone en contacto con Dios. Por eso leer superficial o fríamente la Biblia, como si fuese una revista o una obra científica, no permite captar su mensaje. ¿Qué pensaríamos de un joven que leyese una carta de su novia como si fuese un artículo científico? Hay que leer la Biblia tal y como ella se presenta, es decir, como la Palabra de Dios. Es la  única manera honesta de leer y el método para comprender su mensaje siempre tan actual.
Cuando la leemos somos llevados a la presencia de Dios, de sus pensamientos y de su voluntad. Por ello tenemos que leerla con fe, respeto, humildad, confianza, y con el deseo de aplicarla a nuestra vida.
La Biblia presenta a Jesucristo como Aquel que nos ama y que lo demostró muriendo en la cruz para borrar todo lo que nos alejaba de Dios. Nos invita a reconocer a Jesús como el único que nos salva de nuestros pecados, el único que realmente puede comprendernos y acompañarnos todos os días de nuestra vida hasta la eternidad.
¡Señor,  que sintamos el deseo de leer Tu Palabra!     

DIOS QUIERE DIRIGIR NUESTRA VIDA

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano


¿No ve él mis caminos, y cuenta todos
mis pasos? (Job 31:24)
Ciertamente ninguno de cuantos esperan
en ti será confundido. (Salmo 25:3)

En Octubre de 2005, unos marineros salieron a bordo de un pequeño barco para pescar en las costas de México. Una avería en el motor, las corrientes contrarias y la falta de radio hicieron que estos marineros estuviesen a la deriva en el Pacífico durante nueve meses. Sobrevivieron bebiendo agua de lluvia, comiendo pescado crudo y algunas gaviotas. En agosto de 2006 fueron socorridos por un barco atunero taiwanés, cerca de las islas Marshall. “Nunca perdimos la esperanza, porque hay un Dios todopoderoso. Sabíamos que nos ayudaría. Leímos la Biblia y oramos juntos todos los días”, cuenta uno de los sobrevivientes.
Cada uno de nosotros es como una frágil barca lanzada en el océano de la vida, que muchas veces se desvía por las circunstancias adversas. Ante la dificultad, estos pescadores se pusieron en las manos de Dios. Creyendo en su bondad y no fueron decepcionados. “El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él confían” (Nahum 1:7).
Si conducimos solos nuestro barco, a menudo estaremos sin ayuda ante situaciones que no podemos manejar. Pero Dios está con los que le aman; utiliza las dificultades que atravesamos para probar que sus promesas, escritas en la Biblia, son verdaderas. Para aquel que deposita su confianza en Dios: “Asegurado está su corazón;  no temerá”(Salmo 112:8).Dejémosle confiadamente el timón de nuestra vida y experimentaremos que efectivamente el Señor está con nosotros, incluso en los días malos.      

UN HOMBRE LLAMADO RENUEVO

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



(Jesús dijo):
Si el grano de trigo no cae
en la tierra y muere, queda
solo; pero si muere, lleva mu-
cho fruto. Juan 12:24

Así ha hablado el Señor… He
aquí el varón cuyo nombre es
el Renuevo, el cual brotará de sus
raíces. Zacarías 6:12

El germen de una semilla es casi invisible al ojo humano, sin embargo es la parte más importante. En él se encuentra la vida de la planta, más bien la vida de una nueva planta.
La Biblia habla con expresiones diferentes del germen o “renuevo” para designar al Mesías que iba a venir. Es el “renuevo del Señor” (Isaías 4:2), un “renuevo (Isaías 53:2), “un renuevo justo” (Jeremías 23:5), un “varón cuyo nombre es el renuevo” (Zacarías 6:12). Este lenguaje simbólico, típico de los profetas del Antiguo Testamento, subraya a la vez la humildad en la que Jesús vino y el hecho de que resucitó.
Su humildad: Su nacimiento en el seno de una familia pobre, la fragilidad de un niño acostado en un pesebre, su vida en el anonimato, su contacto con los más pobres y despreciados, y por último su muerte en una cruz entre dos malhechores.
Su resurrección: Comparándose a una semilla de trigo, el Señor Jesús explicó que tenía que morir, caer “en tierra”, para llevar fruto. El germen de la semilla es su vida, pero una vez en tierra, imagen de la muerte, la semilla desaparece, dejando desarrollarse una nueva planta. Esta es una imagen elocuente de la resurrección, la vida surge de la muerte, una única semilla que muere produce muchas semillas.
Estas semillas representan a los creyentes, los cuales son el resultado de la muerte y resurrección del Señor.

LA VERDAD

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



La verdad tropezó en la plaza.
Isaías 59:14
¡Ay de lo que a lo malo dicen bueno, y
a lo bueno malo; que hacen de la luz ti-
nieblas y de las tinieblas luz…
Isaías 5:20

A lo largo del proceso  que lo condujo a su condenación, Jesús dijo a Pilato, quien lo interrogaba: “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. Entonces Pilato le preguntó: ¿Qué es la verdad? (Juan 18: 37-38). Y luego salió sin esperar la respuesta.
Han pasado cerca de dos mil años y los hombres siguen haciéndose preguntas respecto a este tema. “La verdad no existe”, responden algunos. “Pretender conocerla es un orgullo que puede conducir a la intolerancia”, dicen otros. Entonces, ¿dónde hallar la verdad? ¡En Dios; él es “el Dios verdadero”! (Jeremías 10:10). Su palabra es la verdad (Juan 17:179. Jesús mismo dijo: “Yo soy…la verdad “. Dios quiere que “Todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).
Sin embargo muchos la rechazan. Y negar la verdad es juicio de Dios sobre los que no hayan creído en la verdad (2 Tesalonicenses 2:10-12). ¡Qué terrible sentencia, y  ésta sólo es el preludio a su condenación eterna!
Si usted posee la Biblia, tiene la verdad divina al alcance de su mano. ¡Léala! En ella encontrará a Jesús, expresión perfecta y viva de la verdad. En él hallará, no la verdad que condena, sino “La gracia y la verdad” unidas para salvar (Juan 1:17).      

SIEMPRE FELIZ

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



Alégrense todos los que en ti confían;
den voces de júbilo para siempre, por-
que tú los defiendes; en ti se regocijen
los que aman tu nombre. Salmo 5:11

El Señor Jesús quiere compartir su gozo con nosotros continuamente, desea llevar nuestras preocupaciones y darnos la seguridad de que cuidará de nosotros. Para experimentar esto en nuestra vida. 1 Tesalonicenses 5:16-18 nos da tres valiosos consejos:
-“Estad siempre gozosos”. A pesar de las circunstancias duras de la vida, los creyentes pueden disfrutar de una verdadera alegría viviendo cerca del Señor y dejando en sus manos todas sus preocupaciones (Filipenses 4:4). Esto era lo que Pablo deseaba para los creyentes de Roma:”El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer” (Romanos 15:13).
-“Orad sin cesar”. Quizás esta exortación  nos parezca irrealizable. Sin embargo, ¿acaso la oración no es el medio de permanecer en estrecha comunión con Dios? Establezcamos más a menudo ese contacto con nuestro Padre que está en el cielo. No nos acostumbremos a pasar los días sin tomar el tiempo para acercarnos a él confiadamente (Hebreos 4:16).
-“Dad gracias en todo”. Dar gracias es agradecer a Dios por el bien que nos da, como lo hacía David: “Bendice alma mía, al Señor. Y no olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). Cuando estemos en una situación difícil, contémoselo a Dios; él nos dará la fuerza para atravesarla, e incluso nos dará el gozo y la paz. Entonces aprenderemos a darle las gracias por todo” (Efesios 5:20)    
¡Señor que podamos ser agradecidos!

EXTRANJERO

Tomado de la Buena Semilla
por María Lozano



Conforme a la fe murieron todos éstos…
confesando que eran extranjeros y pere-
grinos sobre la tierra. Hebreos 11:13
Nuestra ciudadanía está en los cielos, de
donde también  esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo. Filipenses 3:20

Abraham, llamado por Dios a salir de su país para ir a Canán, expresó claramente a los
que lo rodeaban que él no era de ellos: “Extranjero y forastero soy entre vosotros”
(Génesis 23:4).
Al igual que Abraham, hoy los creyentes son extranjeros en un mundo que crucificó a
su Señor. Su verdadera patria está en el cielo donde, por su obra en la cruz, Jesús les ha
asegurado un lugar.
¿Cómo se comporta un extranjero que ama su patria? No pasa desapercibido, pues su
conducta, su mentalidad y sus costumbres lo delatan. Habla de su país, desea que los
demás conozcan sus atractivos, defienden sus intereses, desea volver regularmente.
Amigos creyentes, podemos trasladar todo esto al plano espiritual. Hablando de los
suyos al Padre, Jesús dijo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”(Juan
17:14) ¿Manifestamos esto en nuestra forma de vivir? O, por el contrario, ¿ a veces
tratamos de actuar como los demás, quizá por miedo a ser rechazados? ¿Somos esos
fieles embajadores de Cristo, siempre listos para hablar de nuestro Salvador y suplicar a
los que nos rodean  que se reconcilien con Dios? (2 Corintios 5:20). En otras palabras,
¿esperamos fervientemente el día en que el Señor venga a buscarnos y nos lleve a
nuestra  patria celestial, la casa del Padre?  

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