Tomado de: Devocionales
Por María Lozano
Tendemos a valorar el ejemplo de los famosos y grandes personajes del mundo. Pero el antiguo sabio Agur nos guía en otra dirección ya que en Proverbios 30 realiza una crónica de las virtudes de las cosas pequeñas que nos rodean: las hormigas, los tejones, las langostas, y las lagartijas (vv.24-28).
Agur nos dice: “las hormigas, pueblo no fuerte, pero en el verano preparan su comida;” (v.25). Las hormigas saben instintivamente que se acerca el invierno, por lo que aprovechan el buen tiempo. Ellas asisten a nuestras comidas campestres. Mientras que estás devorando un perro caliente y un refresco, ellas están marchando con sobros de las papas fritas, frutas, pan, carne, etc. para almacenarlos; así cuando las nevadas o el mal tiempo se establecen, ellas tienen suficiente comida para sobrevivir durante esos períodos difíciles.
Para los seres humanos, el primer paso hacia la “preparación para el invierno” es aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. “… ¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!”, así nos advierte 2 Cor. 6:2b. Si ya hemos hecho eso, como creyentes en Cristo tenemos mucho trabajo por hacer. Si mostramos en nuestra vida la “sabiduría de las hormigas”, nos prepararemos para el “invierno”. Así podremos dotarnos de lo necesario para los momentos de dificultad, mediante el almacenamiento de la Palabra de Dios en nuestro corazón. Entonces, cuando nos enfrentemos a las tormentas de la vida, sabremos exactamente dónde encontrar alimento para nuestro espíritu.
La próxima vez que veas una hormiga, recuerda: ¡Se acerca el invierno! El mejor momento para prepararse para el día de mañana es hoy.
Si estás interesado en aprender, la humilde industria de las hormigas te puede enseñar una lección: trabaja aunque otros te ignoren o no te valoren; al final del día tendrás comida en tu mesa, mientras que otros sólo tendrán palabras y quejas.
Si observamos la naturaleza con detenimiento, seremos testigos del aula de Dios en plena sesión de clases y aprenderemos muchas lecciones de vida.
“¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2 Cor. 6:2b)
Este devocional forma parte del estudio Proverbios: Sabiduría Divina para la Vida Diaria.
Su tesoro escondido
Tomado de: Mi Devocional
Por María Lozano
El sembrador es el que siembra la semilla. (Marcos 4:14)
No la guarde para sí mismo. Siémbrela en los corazones de
las personas que se encuentre en la vida. Comuníquela en toda oportunidad que
tenga.
Usted quizá diga: “Pero no sé cómo”.
Una vez que lo haya hecho, encontrará que el resto es más fácil.
Segundo: Prepárese. Medite en la Palabra cada día. Pida al Espíritu Santo que ministre a su corazón; eso le ayudará a ministrar mejor a otros y le hará sensible a la voz del Espíritu Santo. El le ayudará a saber qué decir en cada situación.
Tercero: Permanezca en la fe. Una vez que haya testificado de la Palabra a alguien, confíele a Dios los resultados. La Palabra de Dios no vuelve vacía. Aunque la gente parezca indiferente y aunque le parezca que la Palabra no tiene efecto, no deje de creer y confiar. Su fe mantendrá esa Palabra viva en ellos y con el tiempo hará su obra transformadora.
Usted tiene en su interior un tesoro que puede transformar el mundo. ¿Qué va hacer hoy con ese tesoro?
Por María Lozano
El sembrador es el que siembra la semilla. (Marcos 4:14)
Entonces, empiece a aprender. Los pasos siguientes le
servirán de guía.
Primero: tome la decisión. Decida que va a hablar de la
Palabra a otros, cueste lo que cueste. Decida que esto es lo más importante que
usted dará. Sea firme en su decisión.Una vez que lo haya hecho, encontrará que el resto es más fácil.
Segundo: Prepárese. Medite en la Palabra cada día. Pida al Espíritu Santo que ministre a su corazón; eso le ayudará a ministrar mejor a otros y le hará sensible a la voz del Espíritu Santo. El le ayudará a saber qué decir en cada situación.
Tercero: Permanezca en la fe. Una vez que haya testificado de la Palabra a alguien, confíele a Dios los resultados. La Palabra de Dios no vuelve vacía. Aunque la gente parezca indiferente y aunque le parezca que la Palabra no tiene efecto, no deje de creer y confiar. Su fe mantendrá esa Palabra viva en ellos y con el tiempo hará su obra transformadora.
Usted tiene en su interior un tesoro que puede transformar el mundo. ¿Qué va hacer hoy con ese tesoro?
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