Por María Lozano
El árbol estaba armado
en un rincón de la sala
y las medias navideñas
suspendidas anunciaban,
sobre la gran chimenea,.
que un niño especial llegaba.
La casa era la misma,
pero el entorno mutaba,
la música, los manteles,
la vajilla, las guirnaldas
y un diminuto pesebre
que a un gigante aguardaba.
Y allí en la mesa servida
todos se acomodaban
compartiendo el alimento
como indica la Palabra...
Y a las doce de la noche,
entre lágrimas doradas,
al son de bellos cánticos
Navidad iluminaba.
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