Por María Lozano
Lectura: Lucas 15:8-10
En esta segunda parábola el Señor, recalca nuevamente la enseñanza de la primera, pero con una nueva protagonista, una mujer.
Se ha dado dos contextos a esta historia; que una moneda de plata equivalía aproximadamente al jornal de un día de trabajo, por lo tanto podría significar la diferencia entre comprar comida o no; o el ahorro para la compra de un bien deseado, las personas comunes de esa época tenían normalmente una economía de subsistencia, por lo tanto el dinero no sobraba. Otra de las interpretaciones es que quizás formaba parte de una dote matrimonial, de la cual se disponía en forma de una diadema compuesta por diez moneditas de plata enlazadas con una cadenita de plata, esto era como nuestra equivalencia a unos anillos de bodas, por lo cual podríamos entender su angustia....
Sea cual fuere la razón la mujer estaba desesperada por la desaparición de una de sus monedas, muchas de las casas de esa época eran de una sola habitación y no contaban con ventanas, por lo que se ve en la necesidad de encender la lámpara, barrer su casa y buscarla con mucha diligencia.
Cuando halla la moneda, comparte su gozo con las amigas y vecinas; así es como cuando una persona llega a los pies del Señor, reconociendo su insuficiencia de salvarse a sí mismo, y confiando totalmente en el ofrecimiento de Su perdón.
Mientras que los fariseos se cuestionan la obra de Dios, estas personas ejemplifican como deberían regocijarse por la misericordia impartida a los pecadores.
“Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” – Lucas 19:10
Cuando pasamos tiempo alejados de nuestros seres queridos, existe en nuestro ser un deseo por reencontrarnos con ellos a la brevedad posible; pues con nuestro Señor debería ser igual, el estar lejos del Señor y Su presencia, debería causarnos un deseo por reencontrarnos con Él cuanto antes. Recuerda Dios está a una oración de distancia.
Jesús: Lleno de gozo. “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” Lucas 15:10.
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