Tomado de: Roberto Leonardo Rado
Por María Lozano
Nos parecemos un poco al limonero de las cuatro estaciones.Observando esta planta con sus frutos ya maduros, bien amarillos, jugosos; otros verdes aún esperando crecer un poco más y esas flores tan hermosas y perfumadas, pensé que se asemeja un poco a nuestra vida..
Hay muchos aspectos en los que a lo largo de los años hemos alcanzado madurez. Estamos firmes en nuestras convicciones. Ya no cambiamos el color de la camiseta que llevamos y estamos dispuestos a ofrecer todo lo que somos. Los que nos rodean pueden "usufructuar" de nuestros logros para su propio crecimiento.
Hay otros aspectos que están en proceso de maduración. No importa la edad. Siempre estamos aprendiendo y creciendo. Dejando atrás hábitos o costumbres y cambiándolos por otros más sanos, que nos hagan bien. Esos necesitan aún ser calentados por el sol del aprendizaje, recibir el aliento de los que nos acompañan y la savia fresca de la paciencia para alcanzar su estado ideal.
Y además están aquellos aspectos que están floreciendo. Que asoman como algo nuevo en la vida, nuevas experiencias, actividades, deseos que deben ser polinizados con el entusiasmo, alumbrados por los rayos del esfuerzo y la dedicación para que, así fecundados, podamos obtener como fruto una nueva virtud, un nuevo hábito, una enriquecedora experiencia o alcanzar una promesa largamente esperada.
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