Tomado de: Ana María Álvarez -Escritora
Por María Lozano
El hombre llegó al juez
muy compungido...
estaba decidido
a decir todo.
Y como entrecortado
balbuceaba,
condénela señor...
...me robó todo..
Pasó detrás de mí
y dando un giro,
desenfundó su rostro
y en segundos
me arrebató
con sus ojos color cielo
el corazón que cuidaba
con recelo.
Luego... se fue...
no reaccioné entonces
y tarde fue cuando
salí a su encuentro.
Ayuda Señor Juez,
que necesito
mi corazón
para seguir viviendo.
El Juez pidió inmediato
su retrato
y al ver el resultado
de la misma,
le dio su propio
corazón al hombre
pues veía que ya no resistía.
Y a ella,
la declaró CULPABLE,
sabiendo que así lo merecía,
por robarse:
¡el colmo de los colmos!
el corazón de VUESTRA SEÑORÍA.
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