Por María Lozano
Cuentan que una vez iba por un camino, bajo un sol abrasador, un pobre hombre que llevaba una carga muy pesada. Atinó a pasar por allí un carretero con su carro, y éste movido a compasión, le ofreció al hombre que iba a pie un lugar en lacarreta y llevar el pesado bulto que cargaba.
El hombre aceptó y emprendió de nuevo su marcha. Al cabo de un rato, el que conducía la carreta se volvió y vio al hombre que seguía con la carga a cuestas...
– ¿Pero qué hace usted? – Preguntó el carretero- ¿Por qué no deja la carga en el carro?
– Me basta poder ir en el carro – Contestó el hombre.
– ¿Pero no ve usted que así también lleva la carga? – respondió en carretero en medio de risas- No sea tonto y suéltela que para el caballo es igual y usted descansará.
En muchas ocasiones nosotros hacemos exactamente lo mismo, aceptamos que Dios nos ayude pero no queremos soltar las cosas que llevamos a cuestas.
Pueden ser errores del pasado, culpas, problemas financieros, familiares, de salud, laborales, económicos o de cualquier índole, pero nos aferramos a esa carga y no permitimos que Dios la lleve por nosotros.
Suelta tu carga, no tiene sentido que sigas atormentándote con ese peso que llevas cuando ya hay Alguien que te dijo que lo llevaría por ti y te daría descanso.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os harédescansar” Mateo 11:28 (RVR1960)
En lugar de seguir llevando todo lo que te duele y preocupa sobre tus hombros, descansa en Dios y disfruta del paisaje del camino, confiando en que Él te llevará a destino sano, salvo y no sólo eso, sino que te bendecirá en gran manera; sólo debes creerle.
“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza…” Isaías 30:15 (RVR1960)
¡Vamos, suelta tu carga y descansa en Dios!
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