Tomado de. Sagrada Palabra
Por María Lozano
“¿Acaso no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra no se fatiga ni se cansa. Su entendimiento es inescrutable.” Isaías 40:28 Si por momentos perdemos de vista la importancia de los momentos simples y la conexión con quienes nos rodean, tenemos que tener en cuenta esos momentos cotidianos, en la calidez de la gente querida, es donde encontramos la verdadera riqueza de la vida. En este artículo, exploraremos la manera de construir lazos duraderos, enfocándonos en la presencia del Espíritu Santo.La paz, ese anhelo profundo que reside en cada corazón humano, encuentra su origen en la pureza de nuestros pensamientos y emociones. Siguiendo las enseñanzas del Padre Celestial, podemos trazar un camino de equilibrio que nos lleve a desear la paz para nosotros y para nuestro prójimo. Este deseo, en sintonía con la voluntad divina, nos conduce por una senda iluminada por bendiciones incontables.
"Todas las cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." Juan 1:3.La Biblia, fuente de sabiduría eterna, nos guía en este proceso de transformación interior. Aprendemos del ejemplo de Jesús, quien nos mostró el camino para reparar pensamientos negativos, erradicar dudas y liberarnos del dolor al encomendarnos a su sendero de fe y esperanza.
Uno de los pilares fundamentales en esta búsqueda de paz es el perdón. Perdonar a aquellos que nos han ofendido, así como perdonarnos a nosotros mismos y a los demás por desviarnos del camino del amor y el respeto, nos brinda una oportunidad única para evolucionar espiritualmente.
La paz se ve amenazada a menudo por la irrupción del enojo. Esta emoción, surgida de la frustración ante lo inesperado, las provocaciones o los errores, puede ser un obstáculo en nuestro viaje espiritual. Sin embargo, la calma que nos insta a mantener el Señor es un faro en la tormenta del enojo. Tratar con respeto y amor, pedir perdón y buscar la reconciliación nos reconecta con el Espíritu Santo y nos guía hacia la serenidad.
"El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz." Números 6:24-26
Es esencial recordar estas enseñanzas en los momentos de desafío. En medio de situaciones que generan emociones negativas, estas palabras deben ser una alarma que nos recuerde mantenernos conectados con nuestro interior y con Dios.
Reforzar la paz en nuestras relaciones, especialmente con nuestros seres queridos, nos permite vivir momentos únicos en la presencia del Padre Celestial. La confianza en el Señor y en Jesús nos impulsa a apoyarnos en la fe y la gloria divina para abrir nuestros corazones a aquellos que nos rodean.
La verdadera paz no puede lograrse si solo pensamos en nuestro bienestar individual. Es necesario equilibrarnos internamente, sanar las heridas del pasado y profundizar nuestro vínculo celestial. La paz y el amor fluyen en nuestras vidas cuando incorporamos rutinariamente la Biblia, la oración y la gloria del Padre Celestial en nuestras decisiones cotidianas.
"¿Quién subió al cielo y descendió? ¿Quién recogió los vientos en sus puños? ¿Quién envolvió las aguas en su manto? ¿Quién estableció todos los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre o el nombre de su hijo? Ciertamente tú lo sabes." Proverbios 30:4
Para sentirnos en paz y equilibrio con nuestro conocimiento espiritual, debemos vivir abierta y sinceramente junto al Señor. Este compromiso nos acerca al plan divino, nutriendo de esperanza y amor nuestro ser interior. Al mantenernos cerca de la guía divina, podemos acercarnos a las personas necesitadas, construyendo con amor y solidaridad vínculos que reflejen la voluntad del Padre Celestial.
Dios anhela que cada uno de sus hijos siga el ejemplo de vida eterna de Jesús, recibiendo la paz de su reino para avanzar, desarrollándonos gracias a su amor incondicional. En cada paso, en cada decisión, busquemos la paz que solo proviene de estar en sintonía con el Espíritu Santo y la gracia divina que nos sostiene en este viaje de fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario