Tomado de: Recuerdos inolvidables
Por María Lozano
Me llamo Joseph y estoy sentado aquí, en una residencia de ancianos, con un plato de dumplings frente a mí. No sé quién los preparó para mí, ni quién recordará felicitarme hoy. Tengo tres hijos, pero hace mucho que no los veo. Me trajeron aquí asegurándome que era por mi propio bien, pero el tiempo pasa y el teléfono sigue sin sonar.No estoy enojado, estoy triste.
Triste porque, en lo más profundo de mi corazón, nunca dejé de amarlos, a pesar de su ausencia. Triste porque no pido mucho: solo un abrazo, una palabra, un simple “Feliz cumpleaños, papá.”
Solo deseo que alguien se acuerde de mí hoy.
Si estás leyendo esto, regálame un pensamiento. No porque me conozcas, sino porque, a veces, incluso un extraño puede traer calor a donde solo hay silencio.
A mi edad, uno vive de recuerdos y de esperanza..Y hoy, mi esperanza es que este mensaje llegue al corazón de quienes han olvidado el valor del cariño, antes de que sea demasiado tarde.


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