Tomado de: Momentos de quietud con Dios
Por María Lozano
Hace muchos siglos, un joven griego llamado Timanthes estudió bajo la tutoría de un respetado maestro. Después de varios años de esfuerzo, Timanthes pintó una exquisita obra de arte. Es lamentable, pero quedó tan cautivado por su cuadro que pasó días mirándolo.
Una mañana, al llegar descubrió que su obra tenía manchas de pintura. Su maestro admitió haber destruido el cuadro diciendo; “Lo hice por tu bien”. Ese cuadro estaba retrasando tu proceso. Comienza de nuevo y comprueba si puedes hacer algo mejor”.
Timanthes aceptó el consejo de su maestro, y produjo El sacrificio de Ifigenia, considerado en la actualidad como uno de los mejores cuadros de la antigüedad.
El maestro de Timanthes sabía lo que saben los grandes artistas; “Nunca deberíamos considerar que ya hemos terminado nuestra obra.
Cuando el legendario Pablo Casals llegó a los noventa y cinco años de edad, un periodista le preguntó:
_Señor Casals, con noventa y cinco años usted es el más grande violinista que haya existido jamás. ¿Por qué sigue practicando seis horas cada día?
_ Porque creo que estoy progresando___respondió Casals. .