El duelo

 Tomado de: German Bocco

Por María Lozano

El duelo no es simplemente una emoción pasajera, es un lugar, un espacio sagrado donde algo vivió intensamente pero ya no está.
El duelo se atraviesa sin pedir permiso, dejando un vacío profundo justo en el rincón donde antes habitaba el amor.
Al principio, el dolor parece insoportable, como una herida abierta que arde cada vez que se respira.
Y la pregunta es:
¿Si alguna vez sanará?
Con el tiempo, esa herida se cierra, pero deja una cicatriz que no desaparece, el dolor se vuelve más suave, pero la huella permanece, recordándo que algo muy valioso estuvo ahí.
Porque la verdad es que el duelo sí se supera porque se sigue viviendo en todos los sentidos de la palabra, pero se lleva esa ausencia, como parte de quien se es ahora.
El amor que existió no desaparece con la partida, se transforma, permanece en los ecos de las risas compartidas, en la calidez de los recuerdos, en esos momentos silenciosos en los que aún se busca esa presencia y eso está bien.
El duelo no es algo que deba ocultarse, ni es un signo de debilidad, es la evidencia más pura de que el corazón amó de verdad y que algo hermoso tocó nuestra vida.
Permítase sentir ese dolor.
Permítase llorar y recordar..No hay un tiempo exacto ni una forma correcta de vivirlo.
Algunos días pesarán más que otros, algunas noches traerán lágrimas inesperadas, y habrá mañanas que llenarán de gratitud por haber tenido la oportunidad de amar tan profundamente.
Honre su dolor, porque es sagrado, es el testimonio de un amor verdadero, con el tiempo, hallará sanación, no porque haya olvidado, sino porque se aprende a caminar llevando en el corazón el amor que nunca se irá.

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