Por María Lozano
Respuesta: En su visión de Apocalipsis 19:7-10, Juan vio y escuchó la voz de una gran multitud celestial, alabando a Dios porque la fiesta de las bodas del Cordero – literalmente la “cena de las bodas” – estaba por comenzar. El concepto de la cena de las bodas, es mejor entendido a la luz de las costumbres que se seguían en las bodas durante los tiempos de Cristo.
Esta costumbre respecto a las bodas tenía tres etapas principales. Primero, se hacía un contrato de matrimonio que era firmado por los padres de la novia y del novio, y los padres de la novia pagaban una dote al novio o a sus padres. Esto daba inicio a lo que llamaban el período de los esponsales – lo que ahora conocemos como el compromiso. Este período era en el que se encontraban José y María cuando se halló que ella estaba encinta (Mateo 1:18; Lucas 2:5)....
La segunda etapa en el proceso usualmente ocurría un año después, cuando el novio, acompañado por sus amigos varones, iban a la casa de la novia a media noche, creándose un desfile con antorchas que iba a través de las calles. La novia sabía con anticipación que esto iba a suceder, así que ella estaba preparada con sus doncellas, y todas ellas se unían al desfile que terminaba en la casa del novio. Esta costumbre es la base de la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25:1-13.
La tercera fase era la cena de bodas misma, que podría durar por días, como se ilustra en las bodas de Caná en Juan 2:1-2.
Lo que describe la visión de Juan en Apocalipsis es la celebración de las bodas del Cordero (Jesucristo) y Su novia (la Iglesia) en su tercera fase. La implicación es que las dos primeras fases ya han ocurrido. La primera fase fue cumplida en la tierra cuando cada creyente puso su fe en Cristo como Salvador. La dote pagada al Padre del Novio (Dios Padre) sería la sangre de Cristo derramada en nombre de la Novia. Entonces, la Iglesia que se encuentra en la tierra actualmente, está “comprometida” con Cristo, y al igual que las vírgenes prudentes en la parábola, todos los creyentes deben permanecer vigilantes y en espera de la aparición del Novio (la Segunda Venida). La segunda fase simboliza el Arrebatamiento de la Iglesia, cuando Cristo viene a reclamar a Su novia y la lleva a la casa del Padre. Entonces, la cena de las bodas será el tercero y último paso.
Los invitados a la celebración de las bodas no serán solo la Iglesia como la novia de Cristo, sino también otros. Los “otros” incluyen a los santos del Antiguo Testamento, quienes serán resucitados en la Segunda Venida de Cristo, así como los mártires muertos en la Tribulación. Como el ángel le dijo a Juan que escribiera, “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”
Esta costumbre respecto a las bodas tenía tres etapas principales. Primero, se hacía un contrato de matrimonio que era firmado por los padres de la novia y del novio, y los padres de la novia pagaban una dote al novio o a sus padres. Esto daba inicio a lo que llamaban el período de los esponsales – lo que ahora conocemos como el compromiso. Este período era en el que se encontraban José y María cuando se halló que ella estaba encinta (Mateo 1:18; Lucas 2:5)....
La segunda etapa en el proceso usualmente ocurría un año después, cuando el novio, acompañado por sus amigos varones, iban a la casa de la novia a media noche, creándose un desfile con antorchas que iba a través de las calles. La novia sabía con anticipación que esto iba a suceder, así que ella estaba preparada con sus doncellas, y todas ellas se unían al desfile que terminaba en la casa del novio. Esta costumbre es la base de la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25:1-13.
La tercera fase era la cena de bodas misma, que podría durar por días, como se ilustra en las bodas de Caná en Juan 2:1-2.
Lo que describe la visión de Juan en Apocalipsis es la celebración de las bodas del Cordero (Jesucristo) y Su novia (la Iglesia) en su tercera fase. La implicación es que las dos primeras fases ya han ocurrido. La primera fase fue cumplida en la tierra cuando cada creyente puso su fe en Cristo como Salvador. La dote pagada al Padre del Novio (Dios Padre) sería la sangre de Cristo derramada en nombre de la Novia. Entonces, la Iglesia que se encuentra en la tierra actualmente, está “comprometida” con Cristo, y al igual que las vírgenes prudentes en la parábola, todos los creyentes deben permanecer vigilantes y en espera de la aparición del Novio (la Segunda Venida). La segunda fase simboliza el Arrebatamiento de la Iglesia, cuando Cristo viene a reclamar a Su novia y la lleva a la casa del Padre. Entonces, la cena de las bodas será el tercero y último paso.
Los invitados a la celebración de las bodas no serán solo la Iglesia como la novia de Cristo, sino también otros. Los “otros” incluyen a los santos del Antiguo Testamento, quienes serán resucitados en la Segunda Venida de Cristo, así como los mártires muertos en la Tribulación. Como el ángel le dijo a Juan que escribiera, “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”
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