Por María Lozano
Cuando vivimos dificultades, es cuando nos sentimos solos, abandonados e incluso nos quejamos y le reclamamos al Eterno, pero es Él quien estuvo ahí contigo en aquel momento, te dio un abrazo, te sonrió, con su mano limpió tus lágrimas y te entrego su amor, y muchas veces no sentimos su presencia porque estamos cegados por el dolor, ese dolor que nos mata, corroe el alma y nos hace caer en la desesperanza, por eso el Señor nos dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.10)...
Es importante destacar algo positivo de los problemas, está claro que cuando estés en ese momento no lo entenderás , pero todo tiene un propósito, un objetivo, un para qué en los caminos del Señor y este propósito es fortalecernos en nuestras debilidades, reconocer al Señor como tu TODO y buscar de Él en momentos de aflicción , de esa manera conoceremos al Padre Celestial que siempre quisimos conocer, que anhelábamos, pero nunca creíste encontrar, y cuando lo encuentres verás su grandeza y su misericordia. Recuerda que si el Eterno permite que pases por una dificultad, así mismo también la quitará de tu vida, son momentos de prueba, donde realmente se confirma la fe.
El Señor nos invita a descansar en Él, a entregarle nuestras dificultades, como así lo dice en la siguiente palabra: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.” (Mateo 11:28:30). Amén.
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