Por María Lozano
Un reflejo tiene como característica principal que solamente existe si aquello que refleja está presente, no es como una fotografía que captura una imagen y la lleva a todo lugar.
Toda obra artística es un reflejo de su autor, cada obra es una expresión del corazón que la hizo realidad. Fuimos hechos a imagen del Eterno, somos el reflejo de su corazón, somos la prueba de su existencia y el objeto del amor de Cristo en la cruz. Llevamos en nosotros su sangre y con ella su autoridad y apellido, por lo cual todo lo que el Señor ha vencido lo hemos vencido también, somos amigos de sus amigos y enemigos de sus enemigos, somos herederos de sus riquezas espirituales y ciudadanos eternos de su Reino celestial. ¡Vivamos como una fiel y nítida imagen de nuestro amado Rey Salvador Jesucristo!...
El Eterno nos ha creado para que tengamos una relación personal con Él que comienza aquí en la tierra y permanezca por la eternidad. Mientras estamos aquí en la tierra hay un plan que Él está desarrollando del cual quiere que seamos parte, El Señor no quiere que una persona más muera sin conocerle, ¡Él desea que todos sean salvos ! Y qué mejor manera de que otros le conozcan que permitiéndole reflejarse en nuestras vidas y corazones para que otros puedan verlo y acercarse a Él. Vivamos firmes y constantes en su presencia para siempre tener algo de Él que dar a otros, pasemos tiempo a su lado para que la oscuridad y muerte de nuestro ser se desvanezcan y su luz y su verdad gobiernen todo nuestro ser.
Nuestro comportamiento en el diario vivir es el testimonio más claro de que Jesús puede cambiar las vidas. Nosotros como cristianos debemos mantener una personalidad amigable, una actitud servicial y de obediencia; debemos ser mansos, humildes y fieles, exactamente como lo fue Jesucristo. La gente en el mundo tiene que ver ese cambio que Jesús hizo en ti y en mí “para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo " Mateo 5:16 Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario