Por María Lozano
Yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero. (Isaías 46: 9-10).
Dios del cielo, no hay nadie como tú. Eres el único Dios
verdadero.
El único Dios que adoro, el Alfa y la Omega. Necesito saber
que has ido delante de mí. No veo solución para los problemas que estoy
enfrentando. Recuérdame que no estás perplejo por las luchas que enfrento para
que pueda ser consolado con tu poder omnisciente. Acércate a mi familia y a mis
amigos que están sufriendo. Su dolor es paralizante, pero tú eres mayor que cualquier cosa que
enfrenten.
Solo en tu nombre, amén.
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