Por María Lozano
Las emociones fueron puestas por Dios para ser sentidas. Pero cuando nuestro corazón está herido, las emociones se contaminan e intoxican nuestra alma con sentimientos como la amargura, enojo, resentimiento y otras igualmente dañinas. Como resultado, nuestras palabras serán ásperas y nuestra conducta hostil hacia lo que nos rodean. Es por esto que el Apóstol Pablo nos da un consejo en la carta a los
Efesios, vs. 32.
Por el contrario, sean amables o bondadosos unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros.
La palabra nos invita a perdonar a los que nos ofenden para que podamos tener un corazón limpio y nuestras palabras y actitudes sean amables y bondadosas…
La mujer bondadosa entiende que el perdón es una decisión y un estilo de vida.
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