La fuente de agua viva

 Tomado de: Meditaciones cotidianas

Por María Lozano

Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no tienen agua. Jeremías 2: 13

Estaba con unos amigos estudiantes en una reunión cristiana en Francia. El predicador se levantó y leyó el versículo arriba citado. Luego nos miró y preguntó: “¿Cuáles son los dos males de los que habla este texto?”.
Sorprendido, volví a leer el texto, porque realmente nunca había tratado de comprenderlo. El primer “mal” es abandonar al Señor, y el segundo es buscar fervientemente otros medios para llenar nuestra vida..
En este texto del profeta Jeremías, Dios se dirige a Israel , su pueblo terrenal. Sin embargo, este llamado nos concierne a nosotros, que pertenecemos al conjunto de los cristianos, su pueblo actual en la tierra. No solo corremos el riesgo de abandonar la enseñanza bíblica y ser influenciados por las corrientes cada vez más inmorales, de la sociedad que nos rodea, sino que también podemos buscar otras fuentes de refrigerio en las distracciones del mundo. Dios nos advierte son “cisternas rotas”, depósitos perforados que no pueden retener el agua.
Jóvenes, casadas o solteros, no abandonen la “fuente de agua viva”, no se aparten del Señor. Ustedes hacen esfuerzos para tener un trabajo, y es necesario. ¡Pero no olviden lo principal! .Sólo con Jesús podrán construir una felicidad duradera.
Aquella noche, al regresar a mi habitación, anoté en mi cuaderno personal: beberé de la fuente de agua viva.
“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice : Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva” (Juan 4: 10).

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