La lección del leproso

Tomado de la buena semilla
por María Lozano

Es cierto que en Madagascar tenemos mucho motivos para estar gozosos, pero también hay momentos de desánimo por ejemplo, cuando el paludismo nos azota o sucede algo grave.
Ese día precisamente estaba desanimado. Cuando llegué al lugar de reunión empezó a orar así:
¿Por qué permites esto? ¿Por qué tengo que estar desanimado? ¿ Por qué estoy mal de salud? Yo que lo di todo…
De repente entró un leproso. Estaba ciego y para desplazarse no le quedaba otro remedio que ir de rodillas.
Creyendo que estaba solo, empezó a orar en alto voz. Era una oración de alabanza, de acción de gracias, una oración maravillosa. Ya no recuerdo todo lo que dijo, pero si me acuerdo de estas palabras; Te doy gracias por todo lo que hiciste por mí durante mi vida. Incluso te doy gracias por esta enfermedad. Si no hubiese contraído la lepra, me hubiese quedado en la selva. Seguramente sería un hombre rico, pues tengo cebús y arrozales, pero no te hubiese conocido nunca. Debido a esta enfermedad vine a parar al sanatorio, y fue ahí donde te conocí. Conocerte vale más que todo lo demás. Te doy gracias por todo, incluso por esta enfermedad”.
Me quedé sin palabras y me eché a llorar, y en voz baja finalicé mi oración diciendo: Perdóname Dios mío. No murmuraré nunca más contra tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Evocar

 Tomado de: Entre café y libros. Por María Lozano Evocaré esas lindas palabras tuyas, esas que me hacían sentir, estremecer. Las que no perm...