Por María Lozano
El dios de este siglo cegó el entendimiento
de los incrédulos, para que no les resplandezca
la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual
es la imagen de Dios.
2 Corintios 4:4
Para Kouri, un marinero japonés, sólo importaba una cosa:
disfrutar. No quería que se hablase de Jesús, pues para él éste era el Dios de
los extranjeros. Cierta noche, en un barrio mal afamado de Tokio alguien le dio
un tratado. Al ver que era un tratado cristiano, Kouri lo arrugó y lo tiró.
Quince días más tarde, en la misma calle un grupo de
cristianos estaba cantando . Kouri se acercó. Cuando acabaron de cantar, un
joven japonés subió a un taburete y leyó: “La palabra de la cruz es locura a
los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de
Dios”(1 Corintios 1:18). Kouri escuchó, e interiormente aprobó el comienzo del
texto: “La palabra de la cruz es locura”.Pero ese joven, después de su lectura,
añadió con una voz más fuerte: “Sí, una locura para los que se pierden. Si hay
alguien aquí a quien el Evangelio le parece locura, ese es un claro signo de
que va a la perdición”. Estas palabras alcanzaron a Kouri como una flecha
punzante. ¿Formaría parte de "los que se pierden”? Al finalizar la reunión, con
la fuerza de que Dios da en esos momentos decisivos. Kouri se acercó a ese
joven testigo del Evangelio para conocer “La palabra de la cruz”, poder de Dios
que nos trae la salvación.
Si usted no se ha arrepentido y por lo tanto sus pecados no han
sido perdonados, acérquese a la cruz por la fe. Jesús pagó por usted, Dios
perdona y le da la vida eterna (lea Juan
3:16).
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