Por María Lozano
Con mi voz clamaré a Jehová; con mi voz pediré a
Jehová misericordia.
Salmo 142:1
Puedes hablarle a Dios porque Dios escucha. Tu voz tiene
importancia en el cielo. Él te toma muy en serio. Cuando entras en su
presencia, se vuelve para oír tu voz. No tienes que temer que no se fije en ti.
Aun si tartamudeas o tropiezas, aun si lo que tienes que decir no impresiona a
nadie, sí impresiona a Dios, y él te escucha. Él escucha la dolorosa súplica
del anciano en el asilo. Escucha la ruda confesión del condenado a muerte.
Cuando el alcohólico ruega por misericordia, cuando el esposo o la esposa pide
orientación, cuando el empresario pasa de la calle a la capilla, Dios escucha.
Atentamente cuidadosamente.
¡Que podamos escuchar Tu voz Señor!
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