Por María Lozano
(Jesús dijo:) Amad a vuestros enemigos,
bendecid a los que os maldicen, haced
bien a los que os aborrecen, y orad por
los que os ultrajan y os persiguen; para
que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos.
Mateo 5:44-45
“Déméter fue uno de mis compañeros de prisión, detenido al
igual que yo debido a su fe en Cristo. Cuando estaba en la cárcel un guardia lo
golpeó varias veces con un martillo en la columna vertebral. El resultado fue
que Déméter quedó lisiado. Hace veinte años que está en cama sin poder moverse.
Al cambiar el régimen político, el oficial de la policía
secreta rumana que había destrozado la vida de Déméter, vino a llamar a ala
puerta de su casa y le dijo: -Sé que no puedo ser perdonado, pues lo que hice
es demasiado horrendo. Simplemente escuche mis disculpas y me iré. Déméter le
respondió: -He orado por usted durante veinte años. Lo estaba esperando. Está
perdonado.
Amigos creyentes, nos sentimos muy pequeños comparados a
Déméter. Aprendamos, al igual que él, a orar por todos aquellos que nos han
ofendido. Jesús mismo, cuando estaba en la cruz, oró por sus verdugos: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).Y enseñó a sus
discípulos a hacerlo (Mateo 5:44). Al orar recibimos la fuerza para perdonar, y
al perdonar experimentamos más el perdón que Dios nos da. Nuestro corazón se
funde y encuentra la fuerza para amar. El resentimiento deja paso a la
compasión hacia aquellos que nos han hecho daño.
Entonces tal vez sean ganados por el amor de Cristo.
¡Esa es la única venganza del creyente!
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