Por María Lozano
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca;
como cordero fue llevado al matadero; y co-
mo oveja delante de sus trasquiladores, enmu-
deció, y no abrió su boca.
Isaías53:7
La grandeza moral de Jesús es incomparable, Brilló de forma
especial cuando él es Señor de gloria ( l Corintios 2:8), fue injuriado por los
hombres. Llegaron hasta el extremo de decirle: “Tienes demonio” (Juan 8:52).Y
él, el Hijo de Dios, respondió con dulzura: “Yo no tengo demonio, antes honro a
mi Padre” (v:49).
Este hombre humilde, y perfecto es “nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). “quien cuando le maldecían, no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino
encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23). Y en la
cruz, crucificado por hombres malvados, intercedió por aquellos de quienes se
diría: “Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia”
(Santiago 5:6). Soportó el sufrimiento, la vergüenza, la ingratitud y la burla
sin levantar la cabeza ni reivindicar sus derechos. Aceptó morir como un
malhechor, siendo el único hombre justo, para solucionar definitivamente el
asunto del pecado. De este modo su perfección moral se manifiesta plenamente y
confiere todo a su sacrificio.
“Cristo…mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a
Dios”(Hebreos 9:14).
Amigos creyentes, ¡Cuán grande es nuestro Salvador!
Bien podemos cantar:
Tus grandezas contemplamos
Con profunda adoración
Y Señor Jesús, gozamos
Por Ti suma bendición.
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