Por María Lozano
Un grupo de ranas
viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron en un pozo
profundo.
Las demás se
reunieron alrededor del agujero y, cuando vieron lo hondo que era, le dijeron a
las caídas que, para efectos prácticos, debían darse por muertas. Sin embargo,
ellas seguían tratando de salir del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras les
decían que esos esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de
las ranas atendió a lo que las demás decían, se dio por vencida y murió. La
otra continuó saltando con tanto esfuerzo como le era posible.
La multitud le
gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza,
hasta que finalmente salió del hoyo.
Las otras le
preguntaron: “¿No escuchabas lo que te decíamos?”
La ranita les explicó que era sorda, y creía que las
demás estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del
hueco.
La palabra tiene
poder de vida y de muerte.
Una voz de aliento
a alguien que se siente desanimado puede ayudarle a terminar de día, mientras
que una palabra negativa puede acabar por destruirlo. Cualquiera puede decir
palabras que roben a los demás el espíritu que les permite seguir la lucha en
medio de tiempos difíciles.
Tengamos cuidado
con lo que decimos, pero sobre todo con lo que escuchamos.
Proverbios 18:21
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.
Proverbios 21:23
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
Salmos 34:13
Guarda tu lengua del mal,
Guarda tu lengua del mal,
Salmos 35:28
Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
Y mi lengua hablará de tu justicia Y de tu alabanza todo el día.
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