Max Lucado
Por María Lozano
Jehová, la habitación de tu casa he buscado, y el lugar de
la morada de tu gloria.
Salmo 26:8
Cuando se trata del descanso de tu alma, no hay sitio como La
Gran Casa de Dios.
“Una cosa he demandado a Jehová, escribió David, “ésta
buscaré:
Que esté yo en las casa de Jehová todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura de Jehová y para inquirir en su templo. Porque él
me esconderá en su tabernáculo en el día del mal” (Salmo 27:4-5)
Si pudieras pedirle a
Dios una cosa, ¿Cuál sería tu petición? David nos dice lo que le pediría.
Anhela vivir en la casa de Dios. Enfatizó la palabra vivir, porque merece
enfatizarse. David no quiere conversar ni desea una taza de café en la terraza
del patio. No pide una comida ni pasar una tarde en la casa de Dios. Quiere
mudarse allí con Él…
para siempre.
Está solicitando su
propia habitación…para siempre. No quiere un estacionamiento pasajero en la
casa de Dios, sino que ansía retirarse allí. No busca un puesto temporal, sino
más bien una residencia de por vida.
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