Max Lucado
Por María Lozano
Puso luego en mi boca cántico nuevo,
alabanza a nuestro Dios
Salmo 40::3
Dios nos invita a mirar su rostro para poder cambiar el
nuestro. Usa nuestro rostro descubierto para desplegar su gloria. La
transformación no es fácil. El escultor de Monte Rushmore hizo frente a un
desafío menor que el que encara Dios. Pero nuestro...
Señor está a la altura de la tarea. Le fascina transformar el rostro de sus hijos. Gracias a sus dedos, las arrugas de las preocupaciones desaparecen. Las sombras de la vergüenza y la duda se convierten en una imagen de gracia y confianza. Dios relaja las quijadas recias y suaviza los ceños arrugados. Su toque puede eliminarlas bolsas que el cansancio forma debajo de los ojos, y transformar las lágrimas de desesperación en lágrimas de paz.
Señor está a la altura de la tarea. Le fascina transformar el rostro de sus hijos. Gracias a sus dedos, las arrugas de las preocupaciones desaparecen. Las sombras de la vergüenza y la duda se convierten en una imagen de gracia y confianza. Dios relaja las quijadas recias y suaviza los ceños arrugados. Su toque puede eliminarlas bolsas que el cansancio forma debajo de los ojos, y transformar las lágrimas de desesperación en lágrimas de paz.
¿Cómo? Mediante la adoración.
Uno espera algo más complicado y más exigente. Quizás un
ayuno de cuarenta días o la memorización de Levítico. No. El plan de Dios es
más sencillo. Él nos transforma el rostro mediante la adoración.
Como Jesús
No hay comentarios:
Publicar un comentario