Por María Lozano
Se dice que hay un faro que puede ser visto a una distancia de
veinte millas; Dios nuestro, no sólo está cerca, sino que se le ve de lejos,
aun desde tierras enemigas. ¡Oh, Señor, cuando tu amor llena mi corazón, estoy
tan contento como los ángeles del cielo! Tú eres mi único deseo.
¿Estoy en las tinieblas? Entonces, tú, oh Señor, me darás
luz. Pronto cambiarán las cosas. Mis negocios pueden empeorar de día en día, y
una nube cubrir a otra nube; más aun cuando llegue a ser tan oscura que me
impida ver mi propia mano, siempre podré ver la mano del Señor.
Cuando en mí mismo, o entre mis amigos, o en el mundo, no
pueda hallar luz, el Señor, que dijo «sea la luz» y la luz fue, puede repetirlo
de nuevo: su Palabra me dará luz. No moriré, sino que viviré. El alba llega.
Este versículo resplandece como la estrella de la mañana. Antes de que
transcurran algunas horas batiré palmas de gozo.
Hoy nuevamente veré la Luz
del Señor guiándome.
Señor, Gracias por darme los rayos de tu presencia que me
guían y enseñan. En ti una vez más confiaré. Amén.
Charles Spurgeon.
Libro de Cheques del Banco DeLa
Fe.
Libro de Cheques del Banco De
No hay comentarios:
Publicar un comentario