Por María Lozano
Esa pregunta me vino a la mente mientras observaba al perro de mi nieto buscar y traerme una pelota una y otra vez.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que el autor de Eclesiastés preguntó mientras pensaba en el monótono ciclo que observaba en la naturaleza y en la vida: las mismas cosas sucediendo año tras año, generación tras generación.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que un hombre de negocios jubilado preguntaba, en efecto, cuando me dijo que prefería morir que vivir más tiempo. Había visto y hecho todo lo que había querido. Había llegado a un momento en que la vida le daba más dolor que placer.
¿Cuál es el punto?
He aquí el punto. Unos cuantos años antes de que muriera un amigo mío dijo:
«La vida es una experiencia maravillosa. Es magnífico ver que Dios mantiene la naturaleza funcionando en su patrón.
Es maravilloso saber que estamos aquí para amar a Dios por encima de todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Es consolador creer que todos nuestros pecados están perdonados por lo que Cristo hizo en la cruz. Y es emocionante pensar en la eternidad que Dios tiene para nosotros. Ciertamente que es fantástico estar vivo.»
La vida puede ser deprimente cuando se deja a Dios afuera. pero ¡qué emocionante es cuando Él está en el centro de la misma!
Esa pregunta me vino a la mente mientras observaba al perro de mi nieto buscar y traerme una pelota una y otra vez.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que el autor de Eclesiastés preguntó mientras pensaba en el monótono ciclo que observaba en la naturaleza y en la vida: las mismas cosas sucediendo año tras año, generación tras generación.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que un hombre de negocios jubilado preguntaba, en efecto, cuando me dijo que prefería morir que vivir más tiempo. Había visto y hecho todo lo que había querido. Había llegado a un momento en que la vida le daba más dolor que placer.
¿Cuál es el punto?
He aquí el punto. Unos cuantos años antes de que muriera un amigo mío dijo:
«La vida es una experiencia maravillosa. Es magnífico ver que Dios mantiene la naturaleza funcionando en su patrón.
Es maravilloso saber que estamos aquí para amar a Dios por encima de todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Es consolador creer que todos nuestros pecados están perdonados por lo que Cristo hizo en la cruz. Y es emocionante pensar en la eternidad que Dios tiene para nosotros. Ciertamente que es fantástico estar vivo.»
La vida puede ser deprimente cuando se deja a Dios afuera. pero ¡qué emocionante es cuando Él está en el centro de la misma!
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que el autor de Eclesiastés preguntó mientras pensaba en el monótono ciclo que observaba en la naturaleza y en la vida: las mismas cosas sucediendo año tras año, generación tras generación.
¿Cuál es el punto?
Eso es lo que un hombre de negocios jubilado preguntaba, en efecto, cuando me dijo que prefería morir que vivir más tiempo. Había visto y hecho todo lo que había querido. Había llegado a un momento en que la vida le daba más dolor que placer.
¿Cuál es el punto?
He aquí el punto. Unos cuantos años antes de que muriera un amigo mío dijo:
«La vida es una experiencia maravillosa. Es magnífico ver que Dios mantiene la naturaleza funcionando en su patrón.
Es maravilloso saber que estamos aquí para amar a Dios por encima de todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Es consolador creer que todos nuestros pecados están perdonados por lo que Cristo hizo en la cruz. Y es emocionante pensar en la eternidad que Dios tiene para nosotros. Ciertamente que es fantástico estar vivo.»
La vida puede ser deprimente cuando se deja a Dios afuera. pero ¡qué emocionante es cuando Él está en el centro de la misma!
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