Por María Lozano
La verdadera fe nos exige ir mucho más allá de lo lógico o racional, nos pide que pongamos nuestras fuerzas, concentración y corazón en algo que no vemos.
En Marcos 5:24-34 encontramos la historia de una mujer que sufría, por doce años, de una hemorragia continua. Son breves líneas las que nos describen la terrible historia de esta mujer pero podemos ver, si prestamos atención, que la enfermedad había dañado todas las áreas de su vida.
Había visitado varios médicos y ninguno pudo ayudarla, había gastado todo y posiblemente hasta deudas tenía, era considerada impura por lo que estaba destinada a vivir aislada porque no podía acercarse a los demás o tocar las mismas cosas que otros y mucho menos entrar al templo por su condición. Sin duda alguna, su vida era una tortura. Humanamente había intentado todo y en lugar de mejorar todo iba de mal en peor.
Pero un día escuchó que Jesús pasaba por ahí y se le ocurrió una idea descabellada: “Si tan sólo tocara su túnica, quedaré sana”. Con esa convicción decidió arriesgarlo todo, al final, aunque alguien la hubiera reconocido en esa multitud y la hubieran reprimido, ¿qué le quedaba? Ya no tenía nada que perder.
Tal vez tu vida está tan caótica como la de esta mujer, la enfermedad, las deudas, problemas familiares, laborales, sentimentales o de cualquier otra índole han invadido tu vida y todo carece de sentido. Todo lo que estaba a tu alcance lo has hecho pero no ha mejorado nada y lejos de eso cada día te sientes más débil y estás perdiendo las esperanzas.
Es hora de poner tu fe en acción. ¿Qué tienes que perder? Entrégale tu problema a Dios pero con esa certeza de que Él puede cambiar el rumbo de las cosas y que lo que ahora te está destruyendo puede obrar a tu favor.
Posiblemente este sea el paso más grande que tengas que dar porque humanamente, dejar de luchar en nuestras fuerzas es difícil, es descabellado pensar en rendirnos y dejar que Dios pelee nuestras batallas, pero al igual que la mujer con flujo de sangre, es tu única oportunidad, ya has hecho todo y nada ha funcionado.
Dicen las escrituras que cuando la mujer tocó la túnica de Jesús fue sana. Mucha gente estaba alrededor del Maestro, pero fue ella la que puso su fe en acción y fue libre de su enfermedad.
Si tus problemas han afectado hasta tu relación con Dios y te sientes muy lejos de Él, es tiempo de volver, de tocar el borde de su manto. Un corazón sincero nunca será despreciado por Dios, al contrario, esa fe honesta, simple, sincera, dispuesta a arriesgarlo todo y a admitir que solos no podemos es la que le agrada.
“De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad”. Hebreos 11:6 (NTV)
Acércate al Maestro con fe y permite que Él te haga libre de aquello que te ha estado afligiendo por tanto tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario