Solamente Ten FE

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano

No me quería levantar, ¿me quería quedar ahí? …
Sin tener que preocuparme por nada…
pero entonces recordé que no debía hacerlo…
Porque existen millones de personas…
que darían cualquier cosa por estar en mi lugar…
Levantarse y tener a dónde ir, sin estar vagando…
teniendo algo qué comer, teniendo con qué vestir…
Hoy Señor…
Agradezco por la noche maravillosa,
Por tus ángeles que velaron mis sueños…
Por la cobija que me calienta,
por mi alimento, por un día más de trabajo,
y principalmente… por un día más de VIDA.
Bendice Señor,
a mi familia, a mis amigos y a mis amigas, a mis compañeras y compañeros de trabajo, y s
sobretodo…
a mis enemigos y enemigas,
porque también necesitan de TI.
Bendice Señor,
A la persona que está leyendo este mensaje ahora,
TU sabes el afecto que le tengo
pp-agradecer12

Hoy...Seguiré al Campeón

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones". Salmo 46:1
El amor de Dios lo insta a intervenir a nuestro favor. Como hemos visto, Él no es un Dios distante, contento de permitir que el mundo que El creó siga girando a través de la eternidad torcidamente....

Él está siempre presente para poner las cosas de nuevo en su curso correcto: para venir al auxilio de las personas para quienes Él hizo todo inicialmente (Salmos 46:1).
Una de las ilustraciones del Señor más constantes que encontrarás en la Biblia es la de un campeón, alguien que usa su gran fuerza y sus proezas de batalla para defender y pelear por otros. Jeremías se refiere a Dios como un “guerrero poderoso” [que inspira asombro y que causa terror] que hace que se les debiliten las rodillas a los enemigos espirituales (Jeremías 20:11).
A medida que conozcas al Señor cada vez más, lo vas a ver como un campeón que interviene una y otra vez porque ésta es una de Sus actividades más reveladoras: venir como “un salvador, y un poderoso” (Isaías 19:20). En incontables formas Él estará a tu lado, como lo estuvo con el Rey David echando mano del escudo, la lanza y el hacha para enfrentarse a los que estaban persiguiéndolo.
Él te librará de las trampas, te salvará de infecciones mortales, tanto físicas como espirituales, y fielmente te protegerá contra los ataques que tengas que enfrentar.
Dios es el campeón perfecto; Su estatura es más que imponente a la oposición, y Él puede hacer cualquier cosa que quiera sin que nadie lo detenga . ¿Qué podría ser mejor que estar del mismo lado de Dios, no en algo tan pequeño e insignificante como un juego de fútbol, una disputa legal, o la lotería, sino en toda tu vida?
Imagínate, Si Dios está de tu lado y está activamente trabajando como tu campeón defensor, ¿quién podría estar en tu contra?, ¿tiene esto algún significado?
Pues esto es lo que dice la Biblia. Echa mano del broquel y del escudo, y levántate en mi ayuda. Empuña también la lanza y el hacha para enfrentarte a los que me persiguen; di a mi alma: Yo soy tu salvación. — Salmos 35:2-3
Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es Su fidelidad. — Salmos 91:3-4.
Declarad y presentad vuestro caso; sí, que deliberen juntos: ¿Quién ha anunciado esto desde la antigüedad y lo ha declarado desde entonces? ¿No soy yo, el SEÑOR? No hay más Dios que yo, un Dios justo y salvador; no hay ninguno fuera de mí. Volveos a mí y sed salvos, todos los términos de la tierra; porque yo soy Dios, y no hay ningún otro. Isaías 45:21-22

Hoy..Al Campeón….de Campeones , Dios …a él solo seguiré.
Señor , Gracias por mostrarme la Victoria que conseguiste para mi. Amén.

Urgente

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano



Urgente… Es una palabra con la que vivimos día a día en nuestra agitada vida y a la cual le hemos perdido ya todo significado de premura y prioridad.
Urgente…
Es la manera mas pobre de vivir sobre este mundo, porque el día que nos vamos, dejamos pendientes las cosas que verdaderamente fueron urgentes.
‪#‎Urgente‬
Es que hagas un alto en tu ajetreada vida y por un instante te veas y te preguntes: ¿qué significado tiene todo esto que hago?
Urgente…
Es que te detengas y veas… cuan grande eres!
Urgente…
Es que cuando camines por la calle, levantes la vista, voltees y mires a tu alrededor; observa el cielo, los árboles, las aves…¡a la gente!
Urgente…
Es que seamos más humanos… más hermanos!
Urgente…
Es que sepamos valorar el tiempo que nos pide un niño.
Urgente…
Es que una mañana, te levantes temprano y veas salir el sol, siente su calor y dale gracias a Dios por tan grande regalo.
Urgente…
Es que te sientas vivo en cuerpo y alma!… que veas tus brazos, tus piernas, tu cuerpo, tu inteligencia, y de verdad, ¡ vibres con la vida que te ha regalado el Padre celestial !
Urgente…
Es que te tomes un instante en tu trabajo, salgas y respires profundo; y sientas como el aire llena tus pulmones… estas vivo!
Urgente…
Es que le digas a la gente que la quieres, cuanto la amas hoy, no esperes hasta mañana.
Urgente…
Es que no se te vaya la vida en un soplo y que cuando mires atrás, seas ya un anciano, que no puede echar el tiempo atrás, que todo lo hizo.
Eclesiastes 3
1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

MI Corazón, el hogar de Cristo

Tomado de Reflexiones
Por María Lozano


Una tarde invité a Jesucristo a morar en mi corazón. ¡Qué entrada hizo! No fue algo espectacular ni emotivo, pero sí muy real. Algo sucedió en el mismo centro de mi vida. Llegó a las tinieblas de mi corazón y encendió la luz. Encendió el fuego en el hogar y expulsó el frío. Inició una música donde había habido silencio. Inició una propia amorosa y maravillosa comunión. Jamás he deplorado haberle abierto la puerta a Cristo y nunca lo lamentaré.
En el gozo de ésta nueva relación, le dije a Jesucristo: -Señor, quiero que éste corazón mío sea tuyo. Quiero que te establezcas aquí  y te sientas en Tu casa. Todo lo que tengo te pertenece. Déjame mostrártelo todo.

El estudio

          La primera habitación era el estudio, la biblioteca. En mi hogar, ésta habitación de la mente es muy pequeña con paredes muy gruesas. Pero muy importante. En cierto sentido es la sala de control de la casa. El entró conmigo y miró alrededor: a los libros de las estanterías, las revistas sobre la mesa, los cuadros en las paredes. Cuando yo seguí con la vista su mirada, me sentí incómodo. Era extraño que no me hubiera sentido avergonzado de esto antes, pero ahora que Él estaba allí mirando todas esas cosas, me sentí turbado. Sus ojos eran demasiado puros para contemplar algunos de los libros que había allí. Sobre la mesa había algunas revistas que no debía leer un cristiano. En cuanto a los  cuadros en las paredes –las imaginaciones y pensamientos de la mente- algunas eran vergonzosas.
          Sonrojado, me volví a Él y dije: - Maestro, sé que ésta habitación hace falta limpiarla  y ordenarla. ¿Podrías ayudarme a convertirla en lo que debería ser?
¡ Por supuesto ! – respondió -. Me alegraré de ayudarte. Primero que todo, toma todas las cosas que estás leyendo y mirando que no sean útiles, puras, buenas y verdaderas, y ¡tíralas!  Después pon en los estantes vacíos los libros de la Biblia. Llena la biblioteca con Escrituras y medita en ellas día y noche. En cuanto a los cuadros en las paredes, te va a ser difícil controlar esas imágenes, pero tengo algo que te ayudará. Me dio un retrato en tamaño natural de Sí mismo. – Cuelga esto en el centro – dijo -, en la pared de la mente.
Lo hice, y a lo largo de los años he descubierto que cuando mis pensamientos están centrados en Cristo Mismo, Su pureza y poder hacen retroceder a los pensamientos impuros. Así que Él me ha ayudado a traer mis pensamientos en obediencia debajo de sus pies.

El comedor
          Del estudio pasamos al comedor, la habitación de los apetitos y los deseos. Yo gastaba mucho tiempo y energías allí tratando de satisfacer mis deseos.
          Le dije a Él: - Esta habitación es una de mis favoritas. Estoy seguro de que te complacerá lo que servimos.
          Se sentó conmigo a la mesa y me preguntó: -¿Qué hay en el menú para comer?
          -Bueno, -le contesté-, mis platos favoritos: dinero, grados académicos y acciones, con artículos del periódico de fama y fortuna como platos acompañantes. -Estas eran las cosas que me gustaban: dieta mundana.
          Cuando tuvo la comida delante, no dijo palabra, pero observé que no la comía. Le pregunté: -Señor, ¿no te gusta esta comida? ¿Cuál es el problema?
          Él contestó: -Para comer Yo tengo una comida de la que tú nada sabes.Si quieres comida que de veras te satisfaga, haz la voluntad del Padre. Deja de buscar tus propios placeres, satisfacción y deseos. Busca complacerlo a Él y la comida te satisfará a ti.
          Allí en la mesa, me dio a probar el gozo de hacer la voluntad de Dios. ¡Qué sabor! No hay comida como esa en todo el mundo. Es la única que satisface.
El living
          Del comedor fuimos hasta el living. Esta habitación era íntima y cómoda. Me gustaba. Tenía una chimenea, butacas acolchadas, un sofá  y una atmósfera apacible.
          -Él dijo: -Esta de veras es una habitación muy agradable. Vengamos a menudo. Está aislada y tranquila, y podemos tener comunión juntos.
          Bueno, como jóven cristiano, yo estaba estremecido de emoción. No podía pensar en hacer algo mejor que estar unos minutos con Cristo en íntimo compañerismo.
          Él prometió: -Yo estaré aquí temprano todas las mañanas. Encuéntrame aquí, y empezaremos el día juntos.
Así que, mañana tras mañana, yo bajaba al living. Él tomaba un libro de la Biblia del librero. Lo abríamos y leíamos juntos. Él me descubría las maravillas de las verdades salvadoras de Dios. Mi corazón cantaba mientras Él me contaba del amor y la gracia que Él me tenía. Eran tiempos maravillosos.
Sin embargo, poco a poco, bajo la presión de muchas responsabilidades, este tiempo comenzó  a acortarse. ¿Por qué? No estoy seguro. Pienso que estaba demasiado ocupado para pasar con Cristo un rato con regularidad. No fue intencional, ¿entiendes? Sólo que así sucedió. Por último, no solo se acortó el tiempo, sino que empecé a dejar de acudir algunas veces. Se amontonaban asuntos urgentes a las horas de mis apacibles ratos de conversación con Jesús.
Recuerdo una mañana en que corría escaleras abajo ansioso de ponerme en camino, Pasé por el living  y noté que la puerta estaba abierta.
Mirando adentro, vi un fuego en la chimenea y Jesús estaba sentado allí. De repente pensé consternado:- Él es  mi huésped. ¡Yo lo invité a entrar en mi corazón! Él ha venido como mi Salvador y Amigo, y sin embargo, lo estoy desatendiendo.
Me detuve, me volví y entré vacilante. Con los ojos bajos le dije: -Señor, perdóname. ¿Has estado aquí todas estas mañanas?
Sí, contestó-. Te dije que estaría aquí cada mañana para encontrarme contigo. Recuerda, te amo. Te he redimido a un gran costo. Para mí tu comunión es muy valiosa. Aunque no puedas mantener este tiempo apacible por tu propio bien, hazlo por el Mío.
La verdad de que Cristo desea mi compañerismo, que Él desea que yo esté con Él y me espera, ha hecho más para transformar mis ratos apacibles con Dios que ningún otro hecho aislado. No permitas que Cristo espere sólo en el living de tu corazón, sino busca tiempo cada día, para que con tu Biblia y en oración, puedas estar junto a Él.
El taller
          Al poco tiempo me preguntó: -¿Tienes un taller en tu casa?
          Afuera en el garage de mi casa del corazón yo tenía un banco de trabajo y algún equipo, pero no estaba haciendo mucho allí. De cuando en cuando jugueteaba por allí con unos pocos cachivaches, pero no hacía nada importante.
          Lo llevé hasta allí. Inspeccionó el banco de trabajo y dijo:-Bueno, está muy bien equipado. ¿Qué estás haciendo con tu vida para el Reino de Dios?
          Miró uno o dos juguetitos que yo había tirado juntos en el banco y levantó uno preguntando: - ¿Es ésta la clase de cosa que estás haciendo por otros en tu vida cristiana?
          -Bueno, Señor.-respondí-. Sé que no es mucho, y de veras me gustaría hacer más, pero después de todo, no parece que yo tenga la fuerza o la habilidad para hacer más.
          -¿Te gustaría tener mejores resultados?-preguntó.
-       Por supuesto –repliqué.
-       Está bien. Dame tus manos. Ahora descansa en Mí y permite que Mi
Espíritu obre a través de ti. Sé que eres inexperto, desmañado y torpe, pero el Espíritu Santo es el  Maestro Obrero, y si Él controla tus manos y tu corazón, Él obrará a través de ti.
          Poniendo Sus grandes y fuertes manos bajo las mías, sostuvo las herramientas en sus hábiles dedos y empezó a obrar a través de mí.  Mientras más descansaba y confiaba en Él, más era capaz Él de hacer con mi vida.

El salón de recreación
          Me preguntó si tenía un salón de recreación donde iba a divertirme y confraternizar. Yo abrigaba la esperanza de que Él no me preguntara por eso. Había ciertas actividades y asociaciones que quería mantener aparte para mí solo. Una noche cuando salía de la casa con algunos amigos, me detuvo con una mirada y preguntó: -¿Vas a salir?
          Le contesté: - Sí.
          -Bien –dijo- , me gustaría ir contigo.
          -Oh –contesté torpemente-. No creo que te divertirías a donde vamos. Salgamos mañana por la noche. Mañana por la noche iremos a un estudio bíblico en la iglesia, pero esta noche tengo otra cita.
          - Lo siento – dijo -. Pensé que cuando vine a tu hogar íbamos  a hacerlo todo juntos, a ser compañeros íntimos. Sólo quiero que sepas que estoy dispuesto a ir contigo.
          - Bueno –musité, escurriéndome afuera de la puerta-, iremos a alguna parte juntos mañana por la noche.
          Aquella velada pasé horas miserables. Me sentía envilecido. ¿Qué clase de amigo era yo para Jesús, dejándolo deliberadamente fuera de mi vida, haciendo cosas y yendo a lugares que yo sabía muy bien que Él desaprobaría?
          Cuando regresé aquella noche, había luz en su habitación, y subí para hablar con Él. Le dije: -Señor, he aprendido mi lección. Sé ahora que no puedo pasar un buen rato sin Ti. De ahora en adelante, lo haremos todo juntos.
          Entonces fuimos al salón de recreación de la casa. Él lo transformó. Trajo nuevos amigos, nuevo entusiasmo, nuevos goces. La risa y la música han estado resonando por toda la casa desde entonces. 

El armario del pasillo

          Un día me lo encontré esperándome en la puerta. En sus ojos había una mirada impresionante. Cuando entré, me dijo: -Hay un olor peculiar en la casa. Debe haber algo muerto por ahí. Es en la planta alta. Pienso que es en el armario del pasillo.
          Tan pronto dijo eso, supe de lo que estaba hablando.Había un pequeño armario de pared en el descanso del pasillo. De sólo unos pocos centímetros. En aquel armario, tras cerrojo con llave, tenía una o dos cositas personales de las que yo no quería que nadie supiera. Sobre todo, no quería que Cristo las viera. Yo sabía que eran cosas muertas que se pudrían, que habían quedado de mi vieja vida. Las quería mantener tan en secreto, que tenía miedo de admitir que estaban allí.
          De mala gana subí con Él, y mientras subíamos las escaleras el hedor se hacía más y más fuerte. Él señaló la puerta. Yo estaba enojado. Esa es la única forma en que puedo describirlo. Le había dado acceso a la biblioteca, el comedor, el living, el taller, el salón de recreación, y ahora me estaba preguntando acerca de un armario de treinta centímetros por veinte. Dije para mí: -Esto es demasiado. No le daré la llave.
          - Bueno – dijo Él, leyéndome el pensamiento- , si piensas que voy a permanecer aquí en el segundo piso con éste olor, estás equivocado. Me voy afuera al portal.
          Entonces vi cómo empezaba a bajar las escaleras.
          Cuando uno llega a conocer y amar a Cristo, lo peor que puede sucederle es sentir que Él retira su confraternidad. Tuve que darme por vencido, y le dije con tristeza:
          - Te daré la llave del armario, pero tendrás que abrirlo y limpiarlo tú. Yo no tengo fuerzas para hacerlo.
          - Dame la llave –contestó-. Autorízame a ocuparme del armario y lo haré.
          Le entregué la llave con manos temblorosas. La tomó, se dirigió a la puerta, la abrió, entró, tomó toda la porquería que se pudría allí  y la tiró lejos. Entonces limpió el armario y lo pintó. Todo estaba listo en un minuto.¡ Oh qué victoria y liberación ver fuera de mi vida todo aquello muerto !   
     

Transfiriendo el título


          Me vino un pensamiento: - Señor, ¿hay alguna oportunidad de que te hagas cargo de la administración de toda la casa y de operarla en mi lugar como hiciste con el armario? ¿Aceptarías la responsabilidad de mantener mi vida como debería ser?
          Se le iluminó el rostro cuando respondió: - ¡Me encantaría! Eso es lo que deseo hacer. No puedes ser un cristiano victorioso con tus propias fuerzas . Déjame que lo haga a través de ti y por ti. Así es como se hace. Esa es la manera. Pero –añadió- , Yo sólo soy un huésped. No tengo autoridad para proceder, puesto que la propiedad no es mía.
          Cayendo de rodillas, le dije: - Señor, tu has sido el huésped y yo el anfitrión. Desde ahora en adelante yo seré el sirviente. Tú serás el dueño y Señor.
          Corriendo lo más aprisa que pude hasta la caja fuerte, saqué el título de propiedad de la casa que la describía en detalle. Ansiosamente la firmé a favor de Él solo por toda la eternidad. – Aquí tienes –le dije-, todo lo que soy y tengo, para siempre. Ahora puedes administrar la casa. Me quedaré contigo sólo como siervo y amigo.
          Las cosas han cambiado desde que Jesucristo se ha establecido y ha hecho su hogar en mi corazón.



Demasiado Lodo

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano




Ya hay demasiado fango en el sendero, no le amontones más.
Es ingrata tarea el hacer resbalar a los demás.

Ya hay demasiado barro por la vida para que tú eches más.
Sé tú de los que aparten ese barro para no salpicar a los demás.

Ya hay demasiadas sombras por el mundo, ya no le pongas más.
Haz tu vida tan clara y luminosa que evites tropezar a los demás.

Hay tanta podredumbre dondequiera que no es justo que tú la aumentes más;
echa a andar tu pureza sin temores, y entonces vivirás …

Francisco Estrello

Somos luz y sal en la tierra. Con sólo decidir no ser parte del grupo que de todas maneras lo hace, ya es suficiente. Estás llamado para marcar diferencia.

Salmo 97:11
Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de corazón.

Salmo 102:4
Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; Es clemente, misericordioso y justo.

Como Dios cambió su vida

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano

Dios nos dió la vida para que lo honremos y lo adoremos y de esa manera cumplamos su propósito.
“De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea, no se pierda sino que tenga vida eterna” Juan 3:16
Cada día hay testimonios del poder transformador de Dios en la vida de miles de personas. Son abundantes los testimonios de personas que al igual que el ciego sanado por el Señor Jesús lo hizo en el evangelio de San Juan Capítulo 9.
“Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego. Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista.—Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.
Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos.
Por eso interrogaron de nuevo al ciego:—¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos.
—Yo digo que es profeta —contestó.
Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres y les preguntaron:—¿Es éste su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?
—Sabemos que éste es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego. Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.
Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya éstos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo. Por eso dijeron sus padres: «Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.»
Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron:
—Júralo por Dios.A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.
—Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo”
:

EL VESTIDO ROJO

Tomado de: Maritza Victoria
Por María Lozano



  1. Mientras ella agonizaba, el vestido rojo de mi madre estaba colgado en el armario como una cuchillada en la hilera de viejos vestidos oscuros que había gastado durante su vida.

  2. Me habían llamado de urgencia y yo supe, cuando la vi, que no le
  3. quedaba mucho tiempo. Cuando vi el vestido, dije:

  4. ¡Vaya, madre, qué hermoso! Nunca te lo he visto puesto.

  5. -Nunca lo usé -respondió en voz baja-. Siéntate, Millie, me gustaría
  6. corregir una o dos lecciones antes de irme... si puedo. Me senté
  7. junto a su cama y ella suspiró muy hondo. Entonces pensé que ella podría resistir.

  8. -Ahora que estoy a punto de irme, puedo ver con claridad algunas cosas.
  9. ¡Oh te he educado bien... pero te he educado mal!
  10. -¿Qué quieres decir madre?
  11. -Bueno, siempre pensé que una buena mujer nunca se da su lugar, que sólo existe para hacer todo por los demás. Aquí, allí, siempre atenta a los deseos de todo el mundo y asegurándose de estar detrás de los otros.

  12. Tal vez algún día llegues a ellos pero, por supuesto, nunca lo logras. Así es como ha sido mi vida... Hacer cosas para tu padre, para los muchachos, para tus hermanas, para ti.
  13. -Hiciste todo lo que una madre puede hacer.
  14. -¡Oh, Millie, Millie! No estuvo bien... ni para ti... ni para él.

  15. ¿No lo ves? Cometí el peor de los errores, no pedí nada... ¡para mí!

  16. En la otra habitación tu padre estaba muy molesto y con la mirada clavada en las paredes. Cuando el médico se lo dijo, lo tomó a mal... Vino junto a mi cama y empezó a quejarse por lo que iba a suceder.

  17. -Tú no puedes morir. ¿Me oyes? ¿Qué será de mí? ¿Qué será de mí?
  18. -Es verdad, será duro cuando me vaya. Él ni siquiera puede encontrar la sartén, tú lo sabes. Y ustedes, los niños... Yo tenía que correr por todos, y a todas partes. Era la primera en levantarse y la última en irse a dormir. Los siete días de la semana... Siempre elegía la tostada quemada, y el pedazo más chico de pastel.

  19. Ahora veo cómo tratan tus hermanos a sus esposas, y me siento mal
  20. porque fui yo quién les enseñó eso. Y ellos aprendieron. Aprendieron que una mujer no existe, excepto para dar. Cada centavo que podía ahorrar era para comprar ropa y libros para ustedes, hasta cuando no era necesario.

  21. No puedo recordar una vez en que haya ido a la ciudad para comprar algo para mí misma. Excepto el año pasado cuando compré ese vestido rojo.

  22. Descubrí que tenía veinte dólares que no había reservado para algo especial. Iba en camino de hacer un pago extra de la lavadora, pero por alguna razón... volví a casa con esa caja grande. Entonces tu padre me echó un verdadero sermón.

  23. -¿Cuándo vas a usar una cosa como esa? ¿Para ir al teatro o algo así? Y tenía razón, supongo. Nunca me he puesto el vestido, excepto la vez que me lo probé en la tienda. ¡Oh, Millie! Siempre pensé que si no tomas nada para ti en este mundo, de alguna manera lo tendrás todo en el más allá.

  24. Ya no creo más en eso. Creo que el Señor quiere que tengamos algo aquí... y ahora. Y te lo digo, Millie, si por algún milagro llegara a abandonar esta cama, te encontrarías con una madre diferente, porque lo sería.

  25. ¡Ay, dejé pasar mi turno durante tanto tiempo que apenas sabría cómo aprovecharlo! Pero aprendería Millie, ¡aprendería!

  26. Mientras ella agonizaba, el vestido rojo de mi madre estaba colgado en la hilera de viejos vestidos oscuros, como una cuchillada...

  27. Las últimas palabras que me dijo fueron:

  28. -Hazme el honor, Millie, de no seguir mis pasos. Prométeme éso.
  29. Se lo prometí.
  30. Ella contuvo la respiración. Y entonces mi madre tomó turno en la muerte.

Cuando tu paciencia se pone a prueba

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano



Carolina estaba exasperada con sus dos hijos, Claudio y Lorenzo. Llamó a su mamá en busca de apoyo moral. Esos chicos se portan como Daniel, el travieso, bufó. Se puso a explicar los acontecimientos del día. Los niños querían deslizarse por el piso de la cocina. Corrieron y patinaron sobre las alfombras con las pegajosas y rojas medias, haciendo un terrible desastre. Más tarde, descubrieron una lata de insecticida, siguió Carolina. Se metieron en el lavadero, se subieron a la secadora y embadurnaron las paredes con ese líquido nauseabundo.

Ayer llenaron el fregadero de agua. Cuando comenzó a botarse, tomaron el cubo de la basura para recoger el agua. Cuando lo llenaron, salpicaron por todos lados mientras se derramaba por el piso.

Para la abuela era fácil ver lo cómico en las travesuras de los niños, pero contuvo la risa. En su lugar, su suave y tranquila voz sobresalió. Su sabiduría le habló al corazón de Carolina. Cariño, mi pastor me dijo una vez que cuando tu paciencia se pone a prueba, es Dios que trata de mostrarte algo en tu carácter. Muchas veces me he tenido que recordar esas palabras.

Mientras limpiaba el último desastre que hicieron sus hijos, Carolina pensaba en lo que le dijo su madre. Consideró los momentos en los que fue menos que perfecta. Pensó en su desgarrador divorcio, en sus problemas con las tarjetas de crédito y en los años que estuvo apartada del Señor.

Padre celestial, susurró, por favor no me abandones ni te canses de #ayudarme a limpiar mi vida.

La perspectiva de esta abuela moldeada con el tiempo la capacitó para dar un consejo sabio. Su perspectiva personal ha pasado por años de preparación. Pásela a sus hijos y nietos.

Se considera que ciertos rasgos de la personalidad se saltan una generación. Quizá sea por eso que los nietos y los abuelos se llevan tan bien.

Salmo 61: 5
Me has dado la heredad de quienes te honran.

Historia real de: Liz Murray

Tomado de: Biografía de Liz Murray
Por María Lozano

"Me llamo Liz Murray y he nacido en Bronx, concretamente en el año 1981. Toda mi vida la he dedicado a cuidar a mis padres y hermanos por lo que no he tenido muy buena enseñanza, pero he conseguido sacarme el instituto en tan solo dos años. Me gustaría estudiar en esta universidad porque así me podré sacar una carrera y tener un trabajo digno".
Estas fueron las palabras que la joven Liz redactó para ser admitida en la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard. Son unas líneas que le han costado sangre. Cada letra arrastra una historia de sufrimiento y de lucha: una historia que ella misma ha compartido, años más tarde, en su autobiografía titulada “Breaking Night”, en donde cuenta su paso de ser una niña de la calle a convertirse en una conferenciante de éxito.
Ya desde el inicio, su camino comenzó cuesta arriba. Sus padres, dos hippies sumergidos en el mundo de la droga de los años setentas, nunca consiguieron salir adelante de su adicción. Llegaban incluso a robarle a su hija el dinero de su cumpleaños o un pavo que una iglesia les había regalado para poder comer, con tal de conseguir droga.

«Aprendí desde los cuatro años que mamá y papá tenían extraños hábitos de los que no me informaban», dice Liz, que transcurrió su primera infancia en las calles del Bronx.
Una niñez casi carente de estudios. Porque, ¿cómo integrarse en una escuela si estás llena de piojos y hueles a orina? Y tampoco el sustento diario era fácil: «Comíamos cubitos de hielo o repartíamos un tubo de pasta de dientes para cenar».

Liz con su madre

No obstante, su madre siempre le repetía, una y otra vez, que vendrían tiempos mejores. Unos tiempos que parecían lejanos para todos. Para su madre que, enferma de sida, murió cuando Liz contaba con dieciseis años. Para su padre que, incapaz de afrontar la situación económica y familiar, se trasladó a un refugio para los sin techo. Para su hermana, que sólo pudo salir adelante agenciándose el sofá de un amigo en su casa. Y, por supuesto, tampoco llegaron para Liz, que se quedó en la calle contando con los bancos de los parques y los vagones del metro como hogar.
"Me convertí en una de esas personas a las que nadie se quiere acercar cuando la ves por la calle", nos cuenta Liz.

Liz con su padre, tras su graduación
¿Tiempos mejores? Sí, llegarían. Pero fue Liz la que decidió que deberían llegar. Con diecisiete años decidió volver a las aulas de clase y, en sólo dos años, sacó todo el instituto, gracias a un alma caritativa que decidió darle clases nocturnas. Y fue ese mismo ángel de la guarda el que la llevó de visita, junto con otros estudiantes, a la Universidad de Harvard.
Fue ver el edificio universitario y quedarse Liz enamorada desde el primer momento. ¡Tenía que estudiar ahí! ¿Cómo lo haría? No lo sabía, pero estaba dispuesta a cualquier cosa.

Y así fue como se enteró de que el New York Times daba becas a los buenos estudiantes. No lo pensó dos veces: la consiguió. Entró en la Universidad y en junio de 2009 se graduó en Psicología, profesión que ejerce compaginándola con las conferencias que da por todo el mundo a jóvenes y ejecutivos sobre motivación personal.
Ciertamente, la experiencia de Liz (ya hecha también película) es un caso extremo. Pero también es verdad que puede mostrarnos que, sin importar lo que pase, siempre puede uno mejorar su situación personal. En una entrevista concedida al diario español ABC, Liz lo resumía así:
"Intento transmitir que no importa lo que te haya pasado antes en tu vida, siempre puedes hacer algo para avanzar. Siempre se puede tomar una decisión, una decisión que cambie las cosas".

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Fuente: Liz Murray - Biografía (Quemar la noche)

Esta carta para leer a Solas...Léela!!

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano



Cuando yo tenía trece años, mi familia se había mudado al sur de California del norte de la Florida un año antes. La adolescencia me había golpeado fuertemente. Me mostraba enojado y rebelde, y prestaba muy poca atención a lo que decían mis padres, en especial si se refería a mi. Como tantos adolescentes, luchaba por evadir todo aquello que no concordara con la imagen que tenía del mundo. Al creerme un joven “brillante que no necesitaba consejos”, rechazaba toda manifestación abierta de cariño. De hecho, me enojaba al escuchar la palabra amor.
Una noche, después de un día especialmente difícil, me encerré enojado en mi habitación y me fui a la cama. Mientras yacía allí en la intimidad de mi dormitorio, mis manos se deslizaron debajo de la almohada. Encontré un sobre que decía, “Para leer a solas”.
Puesto que estaba solo, nadie sabría si lo leería o no, así que lo abrí. Decía: “Mike, sé que tu vida es difícil ahora, sé que te sientes frustrado y que no siempre hacemos las cosas bien. También sé que te amo con toda el alma y que nada de lo que digas o hagas podrá cambiar eso. Estaré siempre a tu lado por si necesitas hablar, y si no, no te preocupes. Soló quiero que sepas saber que no importa a dónde vayas o lo que hagas en tu vida, siempre te amaré y me sentiré muy orgullosa de que seas mi hijo. Estaré siempre contigo y te quiero-eso nunca cambiará. Con amor Mamá”
Esa fue la primera de varias cartas “para leer a solas”. Nunca se mencionaron hasta que fui adulto.
Hoy en día viajo por todo el mundo ayudando a la gente. Al final de un día que me encontraba en Sarasota, Florida, dando un seminario, una dama se me acercó para confiarme los problemas que tenía con su hijo. Caminamos por la playa y le conté acerca del eterno amor de mi madre y de las cartas “para leer a solas”. Varias semanas después recibí una tarjeta en la que me decía que le había escrito su primera carta a su hijo.
Aquella noche, cuando me fui a la cama, puse mis manos debajo de la almohada y recordé el alivio que sentía cada vez que recibía una carta. Justo antes de quedarme dormido, agradecí a Dios que mi madre supiera lo que yo, un adolescente rebelde, necesitaba.
Hoy, cuando hay tempestades en los mares de la vida, tengo la certeza de que bajo mi almohada existirá siempre aquel testimonio de que el amor-constante, perdurable e incondicional transforma la vida.

La sopa de piedras

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano




Hubo una vez, hace muchos años, un país que acababa de pasar una guerra muy dura. Como ya es sabido las guerras traen consigo rencores, envidias, muchos problemas, muchos muertos y mucha hambre. La gente no puede sembrar, ni segar, no hay harina ni pan.
Cuando este país acabó la guerra y estaba destrozado, llegó a un pueblecito un soldado agotado, harapiento y muerto de hambre. Era muy alto y delgado.
Hambriento llegó a una casa, llamó a la puerta y cuando vio a la dueña le dijo:
-Señora, ¿No tenéis un pedazo de pan para un soldado que viene muerto de hambre de la guerra?
Y la mujer le mira de arriba a bajo y responde:
-Pero, ¿Estás loco? ¿No sabes que no hay pan, que no tenemos nada? ¡Cómo te atreves!
Y a golpes y a patadas lo sacó fuera de la casa.
Pobre soldado. Prueba fortuna en una y otra casa, haciendo la misma petición y recibiendo a cambio peor respuesta y peor trato.
El soldado casi desfallecido, no se dio por vencido. Cruzó el pueblo de cabo a rabo y llegó al final, donde estaba el lavadero público. Halló unas cuantas muchachas y les dijo:
-¡Muchachas! ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
Las muchachas se mofaron de él diciendo:
-¿Una sopa de piedras? No hay duda de que estás loco.
Pero había unos niños que estaban espiando y se acercaron al soldado cuando éste se marchaba decepcionado.
-Soldado, ¿te podemos ayudar? Le dijeron....
-¡Claro que sí! Necesito una olla muy grande, un puñado de piedras, agua y leña para hacer el fuego.
Rápidamente los chiquillos fueron a buscar lo que el soldado había pedido. Encienden el fuego, ponen la ola, la llenan de agua, lavan muy bien las piedras y las echaron  hasta que el agua comenzó a hervir.
-” ¿Podemos probar la sopa?” preguntan impacientes los chiquillos.
-¡Calma, calma!.
El soldado la probó y dijo:
-Mm… ¡Qué buena, pero le falta una pizquita de sal!
-En mi casa tengo sal -dijo un niño. Y salió a por ella. La trajo y el soldado la echó en la olla.
Al poco tiempo volvió a probar la sopa y dijo:
-Mm… ¡qué rica! Pero le falta un poco de tomate.
Y un niño que se llamaba Luis fue a su casa a buscar unos tomates, y los trajo enseguida.
En un periquete los niños fueron trayendo cosillas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó, el soldado removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
-Mm… es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida. ¡Venga, venga, id a avisar a toda la gente del pueblo que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡Que traigan platos y cucharas!
Repartió la sopa. Hubo para todos los del pueblo que avergonzados reconocieron que, si bien era verdad que no tenían pan, juntos podían tener comida para todos.
Y desde aquel día, gracias al soldado hambriento aprendieron a compartir lo que tenían.
Jesús dijo:
“Mas bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Así como el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por mucho” (Mateo 20:28).
“Amaos unos a otros con amor fraternal” Romanos 12:10

Ama más, condena menos

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano

La mayoría de las personas tenemos un serio problema de auto engaño, juzgamos a los demás por sus actos y a nosotros por nuestras intenciones; por lo mismo justificamos en nuestra persona las mismas acciones que criticamos en los demás. Lo que en alguien más es un acto corrupto, en nosotros es “cómo funciona el sistema”.... Los demás son unos delincuentes de cuello blanco, pero en nosotros está justificado “porque todos lo hacen”. En ellos es su naturaleza malvada y en uno, la única alternativa para operar. Los vicios y adicciones que en otros son parte de su naturaleza pervertida, en nuestra vida son simples debilidades, naturaleza humana. Si en ellos es una forma de vida pecaminosa en nosotros son resbalones. Ellos y ellas son adúlteros, pero nosotros simplemente estamos luchando por nuestro derecho a ser felices...

Hoy....Quiero que Mi gentileza sea Conocida por Todos

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano

“Vuestra gentileza sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca”   Filipenses 4:5.
En una ocasión un padre y su hijo adolescente se encontraban en una fila para comprar los boletos para entrar al circo.  Una familia estaba delante de ellos.  Esta familia tenía como ocho hijos, todos menores de 12 años. No tenían mucho dinero. Su ropa no era costosa, pero estaba limpia.
Los niños se comportaban bien en la fila de dos en dos, detrás de sus padres.  Hablaban entusiasmados sobre los payasos que verían, los elefantes y los demás actos.  Se notaba que nunca habían asistido al circo.  Prometía ser un acontecimiento en sus vidas.  El padre y la madre se encontraban frente al grupo sumamente orgullosos.
La encargada de la taquilla le preguntó al padre cuantos boletos quería y él dijo, 0cho niños y dos adultos.  La encargada le mencionó el precio.  La esposa del hombre le soltó la mano y bajó la cabeza, el labio del hombre comenzó a temblar.  El hombre exclamó: Cuanto dijo?. La empleada repitió. El hombre no tenía suficiente dinero.  Al ver lo que sucedía el hombre que estaba con su hijo adolescente detrás, metió su mano en el bolsillo y dejó caer un billete de 20 pesos y luego toco al hombre de los ocho niños en el hombro y le dijo:  Señor, se le cayó  un billete.
El hombre supo lo que sucedía.  No pedía ayuda, pero en verdad la apreció en esa situación desesperada, angustiosa y vergonzosa.  Miró al segundo hombre directamente a los ojos, tomó su mano con la suya, la oprimió con fuerza sobre el billete de 20 y con el labio tembloroso y una lágrima rodando por su mejilla, respondió: “Gracias, gracias señor.  Esto significa en verdad mucho para mi y para mi familia”.  El segundo hombre salió de la fila y se fue con su hijo a casa.  Esa noche no fueron al circo porque compartieron su dinero con un desconocido, pero no regresaron sin nada a casa.
Hoy quiero reflexionar sobre este hecho y comprender que el Señor hoy me presentará muchas oportunidades para demostrar mi gentileza delante de todos los hombres.   En este mundo se necesitan desesperadamente actos de amor y gentileza.  Hoy es día de expresión de amor.
Señor, no quiero ser insensible a las necesidades de la gente que me rodea. Yo quiero hoy ser el canal de tu amor y tu gentileza para todos aquellos que viven en este mundo sedientos de amor y comprensión.  Quizá eso represente para mi un pequeño o un grande sacrificio.  Ayúdame a entender estas oportunidades y a darme a otros sin esperar recibir recompensa.  Amén.
Dr. Serafín Contreras Galeano.

Estoy Malgastando mi Tiempo?

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano


Vivimos en una época donde los días son malos y es necesario saber aprovechar bien el tiempo. El tiempo es vida y muchas veces lo malgastamos en cosas que no nos aprovechan o benefician. Ahora no solamente malgastamos nuestro tiempo, también lo hacemos con nuestros talentos y nuestro dinero.  Y lo mas triste es que nos quejamos de por que Dios nos tiene así en esa situación. ¿Quieres saber la causa?
“…pues por falta de conocimiento mi pueblo ha sido destruido.” Oseas 4:6 (NVI)
“Por tanto, mi pueblo es llevado cautivo, porque no tiene conocimiento, sus nobles se mueren de hambre  y la multitud está seca de sed.” Isaías 5:13 (RV1995)
La mayoría de las personas se lanzan por la vida sin conocimiento de su propósito, sin conocimiento de sus talentos y recursos que tiene, y uno de ellos es el tiempo. Es por ello que viene la destrucción y la cautividad a nuestras vidas, y esto tiene que ver con no disfrutar la vida y el no saber manejar los momentos difíciles. Todos anhelamos buenas relaciones, buenos matrimonios, buenas carreras, buenos negocios e inclusive buenos ministerios y muchos piensan que lo pueden lograr haciendo y haciendo cosas, y ese es el camino equivocado. El camino correcto es ser  antes de hacer, y no hacer para luego ser. Cuando tú descubres quien eres tienes la mitad de la vida ganada. ¿Quién soy?
Te has preguntado ¿Quién soy? Esta es una de las preguntas más intrigantes de la vida. La razón de que no te haces esa pregunta es porque te has centrado más en lo externo, en lo que dirán de ti, que en conocerte internamente.  Te has preocupado por vivir una vida que no es la tuya y así has malgastado tu tiempo. Te has ocupado en contentar a los demás y tú no estás contento o contenta contigo mismo, hay un vacio en ti, hay una tristeza y es conocida como la falta de propósito.
La vida es una sola, no hay otra y Dios ha establecido el tiempo que debemos vivir, por lo tanto buscar vivir tu vida, una vida autentica, una vida de amor y servicio, una vida de entrega y pasión por lo que haces. Una vida que glorifique a Dios, ya que somos creación de El. Dios no busca tu destrucción, ni desea tu fracaso en tu matrimonio o en tu negocio o ministerio, sus planes son de bienestar.
Dime ¿Qué clase de vida quieres tener? ¿Quieres seguir malgastando tu vida? O ¿Quieres seguir aprovechando tu vida? ¿Qué clase de esposo(a) quieres ser? ¿Qué clase de padre o madre quieres ser? ¿Quieres vivir tu vida o la vida de otro?
Hoy es el mejor momento para dejar de derrochar el tiempo y los talentos que tienes, es tiempo para comenzar a ser quien has sido llamado a ser. Es tiempo de salir del yugo de la esclavitud y comenzar a vivir en libertad. Es tiempo que dejes salir el mejor perfume dentro de ti. ¿Estas listo para comenzar a vivir la vida que Dios quiere que vivas? Cuando descubras quien eres comenzaras a elevarte y remontarte a las alturas.

Yo Elegí Confiar en Dios ¿y Tú?

Tomado de: Renuevo de Plenitud
Por María Lozano



“No permitas que las crisis se apoderen de ti, comienza a ver las oportunidades y de seguro vas a triunfar”.
Se ha fijado que la palabra más popular de estos tiempos es “crisis”.
Leemos la prensa o vemos las noticias en televisión y nos encontramos con la crisis, estamos en el trabajo o en el hogar y lo que escuchamos es crisis, esto por supuesto hace que mucha gente cristiana y no cristiana se paralizen y no avanzen por temor a la crisis.
¿Eres tú de esas personas que se han detenido ante la crisis o eres de las que avanzan en búsqueda de lo extraordinario?
La vida es un asunto de actitud y la actitud es un asunto de decisión, y yo elijo que actitud voy a tomar ante las crisis, los problemas o situaciones que se me puedan presentar, podemos optar por una actitud positiva o una actitud negativa. La actitud positiva hace la diferencia porque busca solucionar problemas, no es que deja los problemas así y no le importa, una persona con actitud positiva busca siempre resolver, disfruta las circunstancias, ve mas oportunidades y vive la vida con entusiasmo.
Una persona con actitud positiva tiene presente lo siguiente:
1.    No eligió las circunstancias que le tocó vivir, pero si eligió cual actitud manifestar.
2.    Se esfuerza por desarrollar una actitud positiva y no soltarla.
3.    Sus acciones están determinadas por su actitud.
4.    La actitud de su gente o entorno es un reflejo de la suya.
“Dios decide por lo que vamos a pasar. Nosotros decidimos como lo vamos a pasar”.
Es tu decisión como decidas pasar el día de hoy, es tu decisión si decides confiar en Dios para todos los asuntos de la vida. Si crees que tu matrimonio tiene solución o no tiene solución es tu decisión. Si crees que puedes salir de esa deuda financiera o no puedas salir es tu decisión, todo está en tus creencias y donde pones la confianza. Los límites los tenemos nosotros en nuestras mentes.
Hay una historia en la biblia en el evangelio de Mateo 8:5-10,13, donde un centurión romano se acerca a Jesús a pedir por sanidad para su sirviente que sufría muchos dolores y no podía moverse. Jesús le dice que él ira a sanarle pero el centurión le dice que no es digno de que El entre a su casa, que solamente ordene la palabra y el enfermo sanará.
Wow, Jesús se asombra y dice que ni en Israel había conocido a alguien que confiará tanto como este extranjero y mas adelante Jesús le dice que como creíste así sucederá. Aquí podemos ver la actitud del centurión, el pudo haber hecho varias cosas: pedir que Jesús fuera a su casa, mandar a un soldado con el mensaje, buscar otro sirviente sin que le importara los dolores del otro, sin embargo el busco soluciones y siendo extranjero se acercó a Jesús, se esforzó en acercarse al maestro y eligió poner toda su confianza en Dios al pedirle que ordenara, que dijera la palabra de sanidad y el enfermo sanaría. Jesús puede elogiar esta actitud con asombro, se maravilla de la fe del extranjero y le afirma que como creíste así va a suceder.
Algunas preguntas que me gustaría hacerte:
¿Qué es lo que estás creyendo para tu vida?
¿Qué es lo que esperas que suceda en tu matrimonio, en tus relaciones, tus negocios, tus finanzas?
Eres capaz de asombrar al Maestro?
¿Cómo es tu actitud ante la vida?¿Estas confiando en Dios para tus problemas, necesidades, tentaciones?
Mi actitud determinará mis acciones. Puedo ser víctima o protagonista, puedo ser bendición o maldición, puedo ser esclavo o libre, puedo confiar en Dios o no confiar es mi decisión. Hay una anécdota que lo ilustra muy bien.
Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.
En ese momento, suspendido en el aire, gritó: ¡¡¡ayúdame Dios mío!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿Que quieres que haga? – Sálvame Dios mío
-¿Realmente crees que yo te pueda salvar? –Por supuesto Señor
-Entonces corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio; el hombre se aferró más aún a la cuerda….
Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron a un alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda… A tan solo un metro del suelo…
¿Cuál es la cuerda a la cual nos aferramos para no recibir las bendiciones que Dios tiene preparado para nosotros en el día de hoy?
Hoy es el mejor día para confiar en Dios y disfrutar de todo lo que nos da, busca tu resultado extraordinario. Yo elegí confiar en Dios ¿Y Tú?.

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