Por María Lozano
Cuando los discípulos navegaban por el mar, vino la tormenta y Jesús no quitó la vista de ellos. Cuando vio que ellos estaban siendo presos del temor y la desesperación caminó hacia ellos y comenzó a andar sobre las aguas y cuando subió a la barca, la tormenta calmó y sus discípulos se sentían seguros con él a bordo.
Es clara ésta historia cuando nos muestra que los discípulos sólo se sintieron mejor sabiendo que Jesús estaba con ellos.
Cuando un niño frecuentemente tiene pesadillas, siente miedo en la noche, corre apresuradamente al cuarto de sus padres y se acuesta en medio de ellos porque sabe que con ellos se sentirá protegido. No importará la oscuridad ni nada de lo que suceda a su alrededor si siente que sus padres están con él.
Al igual que los discípulos y el niño nosotros debemos sentirnos seguros y protegidos por nuestro Padre. A veces los problemas, las tragedias que ocurren en nuestro entorno provocan temor, pánico en nosotros, tememos que algo malo pueda sucedernos.
Puedes comenzar a sentirte seguro al igual que el niño, aunque estés en la oscuridad, debes saber que tu Padre está contigo en esos momentos, dispuesto a cubrirte con sus alas y darte su protección y socorro.
No nos desesperemos por lo que pueda hacer el hombre pues mayor es el que está con nosotros, Él pelea por ti y no permitirá que nada te toque.
Permite que suba a tu barca, que habite contigo, que sea tu compañero diario, Él está ahí dispuesto a agarrarte la mano cuando te sientas solo y desprotegido.
“Sed firmes y valientes, no temáis ni os aterroricéis ante ellos, porque el SEÑOR tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará.” Deuteronomio 31:6
No temas, siéntete seguro que tu Padre está hoy más que nunca contigo.
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