Por María Lozano
Efesios 3:14-19 dice: “14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”...
Hay muchos creyentes que no dudan que Dios los amó aun siendo pecadores y que por medio de Cristo perdonó los pecados, pero a partir de acá, de la salvación, piensan que el amor de Dios está condicionado por lo que hacemos: orar, dar, servir, etc.
Es más, algunos llegan a no sentirse dignos de ese amor y de la bendición de Dios. Sin embargo, la Palabra dice que “Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?” (Rom. 8:32 NTV).
Hay otros que en situaciones difíciles, en circunstancias adversas piensan u opinan que Dios se olvidó de ellos,…. que ya no hay amor y mucho más cuando escuchan mensajes exitistas en donde todo debe ser luces, trompetas, triunfos, prosperidad económica, etc. Y entonces dicen “y a mí que”, “porque otros si y yo no”, parece que todo tambalea y se derrumba. ¿Por qué no pensamos en tantos hombres y mujeres a través de la historia del cristianismo, todo lo que pasaron y hoy muchos siguen pasando, siendo perseguidos, amenazados, asesinados,…?, es que ¿no hay amor de Dios?
Tenemos que saber, tener la certeza, la seguridad de que Dios no cambia: Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y si, Él nos amó, nos ama y nos amará a pesar de nosotros mismos (Lam 3:22-23, dice que “sus misericordias son nuevas cada día”).
Muchos se sienten culpables por haber fallado en sus vidas, por haber realizado un mal trabajo, fracasado un proyecto, por una mala relación con su pareja, o con sus hijos, pero en verdad, el Señor siempre nos da una nueva oportunidad para mejorar y volver a empezar. Cada mañana que te despiertes las misericordias de Dios han sido renovadas para ti.
La vida cristiana no se basa en cumplir preceptos o por actividades que hagamos, o lograr cosas que otros lograron o en algunos casos que te imponen para que hagas. La vida cristiana se fundamenta por el amor que tenemos hacia el Señor.
• Oramos porque amamos y queremos, necesitamos comunión con Él.
• Leemos la Biblia por porque la Palabra es vida, porque nos interesa conocer su amor (él nos amó primero por medio de su hijo) hacia nosotros, porque encontramos sabiduría
• Servimos por amor a Dios y a la gente, porque estamos agradecidos por lo que Él ha hecho por nosotros y queremos compartirlo: “De gracia recibimos y damos” (Mat 10:8).
Tenemos que leer bien lo que Pablo dice en los vv. 14 y 15: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,” y luego en el 16 hay un para que (cada vez que vemos un para que, está indicando propósito, destino, uso). Y ese para que es “darnos conforme a las riquezas de su gloria, (la palabra riquezas aquí tiene que ver con abundancia, con un legado valioso), el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (la palabra fortalecidos es: aumentar en vigor, en fuerza)
En el v. 17, hay otro para que. “Habite Cristo por la fe en vuestros corazones (Corazones = kardia: tiene que ver con “corazón, pensamientos, sentimientos”), a fin de que, arraigados (significa, echar raíz) y cimentados (significa, colocar una base para, consolidar, fundar) en su amor.” Leyéndolo de esta manera, nos tiene que dar más seguridad, el echar raíces, colocar bases, consolidados “en su amor”.
En los vv. 18 y 19 continúa la idea de Pablo sobre lo que nos quiere afirmar: “seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”
“Arraigados y cimentados” significa "edificar, construir con un cimiento profundo y estable de comprensión del amor de Dios hacia nosotros." O sea que esto es, conocer que el amor de Dios es fundamental para edificar, construir las otras verdades.
Es muy importante estar "arraigados y cimentados" en el amor de Dios. Nuestro Padre celestial envió a su Hijo a morir por nuestros pecados y debilidades. Debes conocer plenamente y comprender completamente este tipo de amor para tener un cimiento estable, permanente.
V. 18 dice “seáis plenamente capaces de comprender”. Capaces: es “tener fuerza completa”, es decir, “ser enteramente competente”. Comprender: “tomar anhelantemente”, es decir, “apoderarse, poseer, etc.”
Pablo da los medios para aprovechar esta verdad y que esta verdad se convierta en el fundamento de la vida cristiana.
Podemos sentirnos indignos, no merecedores, condicionados por lo que hacemos o no, que las cosas nunca llegan, miedo de fallarle al Señor, etc. ¡Hoy es el día para que entiendas el gran amor de Dios para con cada uno de nosotros!. ¡Aférrate a ese amor!!
V19. “Y de conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.”
Ese amor dice que excede, esta palabra significa también: “lanzar más allá de la marca usual,” es decir “sobrepasar: eminente, exceder, abundante, superabundante, supereminente”. Esta palabra también se traduce excelente en 2 Cor. 4:17 Esta leve y momentánea tribulación produce en vosotros un cada vez más excelente peso de gloria. El amor de Cristo va mucho más allá, sobrepasa, es superabundante, no logramos entenderlo con nuestra mente finita.
Llenos y plenitud son dos palabras en gr. pleróo y pléroma y sus significados son: “hacer repleto, atiborrar, rellenar, proveer, satisfacer, completar, completo, abundancia”
Cuando vivimos entendiendo el amor de Dios y su misericordia, todo lo que recibimos de otros es ganancia, ya que el amor de Dios nos llena y así podemos amar a otros sin esperar nada a cambio porque lo que tenemos lo tenemos de Él, que nos ama. Estamos repletos, atiborrados de Él. Esto nos da libertad para amarlo más a Él y amar a otros.
Arraigados y cimentados en su amor, echando raíces y poniendo bases en su amor es fundamental para nuestra vida para que nada nos mueva.
Te bendigo
Pr. Sergio
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