Por María Lozano
La recompensa de la humildad es el temor del Señor, la riqueza, el honor y la vida.
Proverbios 22:4
Señor, saca de mi corazón todo egoísmo y lléname con la humildad de que te caracteriza para valorar a los demás como Tú me aprecias. Te alabo porque sacrificaste tu vida para salvarme de una vida de pecado y vergüenza. Mi valor y dignidad viene de Ti no de mí mismo. Tú me das valor e importancia.
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