Flores de Bendición

 Tomado de: Momentos de quietud con Dios

Por María Lozano

Las notas de Bill y de Gasey eran tan parecidas que la facultad les pidió a los dos hablar en la noche de graduación en la escuela secundaria Valley. En su discurso, Bill se jactaba de haber llegado hasta donde estaba mediante sus propios esfuerzos. Por veinte minutos enumeró sus éxitos y honores durante sus años de estudios, y terminó enfatizando lo mucho que se merecía ese honor...Casey, una alumna callada y de voz suave, dio las gracias a cada una de los profesores que habían contribuido en su educación. Después dio los nombres de amigos y familiares que la habían influido y apoyado en muchos momentos de desánimo.
“Ellos son las verdaderas estrellas, dijo. Ellos creyeron en mí cuando yo no tenía fe, ellos me desearon el éxito cuando yo no era capaz de soñarlo. Pero sobre todo, quiero dar gracias a mi Dios, que me ha dado la gracia de llegar hasta aquí. Luego continúo diciendo:
“Con mis amigos, sus seres queridos, y la ayuda de Dios, ustedes también pueden realizar su sueño. El año próximo ingresaré a la universidad para prepararme para enseñar. Aunque a menudo quise tirar la toalla, esos héroes nunca lo hicieron. Nunca podré corresponder a su generosidad y bondad”.
Mientras una íntima amiga empujaba la silla de ruedas de Casey bajando la rampa, todo el cuerpo estudiantil le daba una gran ovación.
Oswald Chambers dice: “Dondequiera que recibas una bendición de Dios, devuélvesela a Él como un regalo de amor… si la retienes para ti. Se convertirá en una seca podredumbre espiritual… una bendición… debe ser devuelta a Él para que pueda hacer de ella una bendición para otros”.
Al igual que un labrador agradecido, Casey había tomado sus “flores de bendiciones y las había devuelto a todos aquellos que le habían ayudado a cultivarlas.
La bondad es la luz del sol en la que crece la virtud. (Robert Green Ingersoli)

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