Tomado de: La Buena Semilla
Por María Lozano
De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.Juan 3:16
(Dios) no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros.
Romanos 8:32
La estrella de plata
Poco después de la segunda guerra mundial, un padre paseaba con su pequeño hijo por las calles de una gran ciudad norteamericana. De vez en cuando veían una estrella plateada pegada al vidrio de una ventana iluminada. Esto significaba que en esa familia un hijo había muerto para la liberación de Europa. En algunas ventanas había incluso dos estrellas de plata… ¡dos hijos muertos! Y el niño contaba las estrellas de plata..Mientras continuaban su paseo, la estrella de la tarde apareció brillando en el cielo. El niño preguntó: «Dime papá, ¿Dios también dio a un hijo?». Entonces el padre apretó fuertemente la mano de su hijo y respondió emocionado: «Sí, Dios dio a su único Hijo para la salvación de cada uno de nosotros».
Dios conocía la acogida que los pueblos de la tierra darían a su amado Hijo. Conocía de antemano los celos y el odio que los gobernantes desatarían contra él, los insultos, las blasfemias, los golpes y los clavos. Dios lo sabía, sin embargo, entregó a su Hijo por la humanidad. Lo dio por amor a nosotros. ¿Podemos entender un amor tan grande? Éramos indignos, odiosos, enemigos, “mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
¿Estamos entre los que pueden decir: “Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros”? (1 Juan 4:16).
2 Crónicas 10 – 1 Corintios 3 – Salmo 99:6-9 – Proverbios 22:3-4
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