Tomado de Reflexiones para el Alma
por María Lozano
El hombre de 92 años, bajó lentamente por las escaleras. Estaba muy bien vestido, miró por última vez su casa, y se dirigió a un hogar para ancianos. Su esposa había fallecido y él había tomado, la decisión de no seguir viviendo en aquel lugar.
Después de esperar unos momentos en la recepción, le dijeron que su cuarto ya estaba listo.
El anciano ilusionado caminó ayudándose de un bastón hacia su nueva habitación.
Estaba tan feliz que le comentó a su acompañante -¡Me encanta! – Pero señor, dijo éste, usted aún no ha visto su cuarto.
-Eso no tiene nada que ver, la felicidad la elijo yo por adelantado. Si me gusta o no el cuarto no depende del mobiliario o la decoración, depende de cómo yo decida verlo.
Y ya está decidido, mi habitación me va a gustar.
Cada mañana cuando me levanto tomo la decisión de ser feliz y de estar agradecido.
Podría escoger pasarme el día en la cama pensando en todas las dificultades que tengo, en mis enfermedades o problemas. Pero también puedo levantarme y darle gracias a Dios por la vida y por cada día que me permite disfrutar.
El triunfo o la derrota son como una cuenta bancaria. En la vejez solo puedes retirar lo que has ido depositando durante toda tu vida.
“Mi deseo es que seas feliz para que puedas ir haciendo ingresos en tu cuenta, para que puedas disfrutar de una vejez plena y ser ejemplo para todos los que te rodean”
¡Dios mío danos sabiduría!
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