Por María Lozano
“Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación”. Filipenses 1:19.
Hoy me he sentido un poco cansado, cargado y exhausto con muchas preguntas bombardeando mi mente. Me he preguntado en que terminará todo? Cuál es el sentido de todos estos últimos eventos en mi vida? Vale la pena seguir?.
Gracias a Dios que al abrir la Biblia encontré esta joya preciosa en este verso de Filipenses 1: 19. Dos cosas le darán sentido a mi vida. Primero la Oración y segundo la suministración del Espíritu. Dios me ha dado su Santo Espíritu y él suplirá la fuerza que necesito para seguir adelante. Cuando la tranquilad se me acaba, el Espíritu Tiene su tranquilidad para suplirla. Cuando parece que la paz se me termina, la paz del Espíritu viene a ser suministrada. Cuando la esperanza se desvanece, la esperanza del Espíritu viene a ser suplida a mi alma....
Y como puedo echar yo mano a toda esa suministración del Espíritu? A través de la oración. En primer lugar necesito comprender que cuando yo oro, a la final es el Espíritu Santo quién ora por mi desde adentro de mi ser. El es el consolador y compañero. La oración de otros también hace que la suministración del Espíritu se haga real.
Muchas veces cuando paso por momentos desérticos y vacíos del alma, El Espíritu mueve sin yo saberlo a otros para que intercedan por mi.
Muchas veces cuando paso por momentos desérticos y vacíos del alma, El Espíritu mueve sin yo saberlo a otros para que intercedan por mi.
Esa oración que otros hacen por mi resulta en la suministración del Espíritu y a la final es mi liberación. La Liberación de la duda, la inquietud, la desesperanza y las ataduras que me quieren mantener preso en este valle de lágrimas. Entonces llega el día cuando ya no lloro de angustia, sino que mis lágrimas son de gozo ya alegría porque lo que ataba se rompió.
Hoy es el día para vivir esa experiencia en medio de mis quebrantos y estar convencido de que La Suministración del Espíritu y la oración resultarán en mi liberación.
Gracias Señor, muchas gracias por darme un dulce Consolador. Tu Santo Espíritu que vive en mi. Amén.
Serafín Contreras Galeano.
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