Por María Lozano
Considerad los lirios del campo…ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos… La hierba del campo…Dios la viste así. (Mateo 6: 28-30)
¿Qué sería la naturaleza sin las flores? ¿No tienen ellas su
propio lenguaje? Hacen subir al Creador una muda y sublime alabanza,
proclamando la gloria del dispensador de toda la vida, quien “todo lo hizo
hermoso en su tiempo” (Eclesiastés 3:11). A Dios le agradó adornar sus obras
para que la creación discierna en ellas algunos rayos de sus perfecciones. En
todas partes se despliegan esplendores
ante las miradas maravilladas del que sabe percibirlas. Si no es un insensato,
el hombre debe admitir que toda esa hermosura tiene un origen divino y se
inclinará ante el Dios soberano...
A menudo las flores son también la imagen de la brevedad de
todas las cosas. La gloria humana pasa como se marchitan las flores. “Toda
carne es como la hierba. La hierba se seca y la flor se cae” (1 Pedro 1:24;
Isaías 40: 6-8).La Escritura menciona una flor que tiene una significación particular. Es el lirio. En el Cantar de los Cantares se lo compara con la amada. “ Como el lirio entre los espinos”.—dice el Amado—
“así es mi amiga entre las doncellas”. Hermosura, pureza, nobleza de corazón son las cualidades que él halla en ella le responde: “Como el manzano entre los árboles silvestres, así es mi amado entre los jóvenes; bajo la sombra del deseado me senté, y su fruto fue dulce a mi paladar ”Es de desear que podamos, redimidos del Señor, hallar semejante placer en su comunión.
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