Por María Lozano
(Génesis 39: 1-6,20-23)
No sea como yo quiero, sino como tú. (Mateo 26: 39)
“Que todo ocurra según tu voluntad” es un saludo frecuente durante el año nuevo. Por más maravilloso que suene, las cosas salen mejor cuando se aplica la voluntad de Dios y no la nuestra.
Si hubiese podido elegir, José no había querido ser esclavo en Egipto (Génesis 39: 1). Sin embargo, a pesar de su cautiverio, fue “próspero, porque “el Señor estaba con José” (V.2). Dios incluso bendijo la casa de su amo” a causa de él” (V. 5).
Tampoco hubiese querido ir preso, pero así sucedió cuando acusaron falsamente de acoso sexual. No obstante, leemos por segunda vez: “el Señor estaba con José” ( V.21). Allí ganó la confianza del guardia (V.23). Su espiral descendente hacia la cárcel se convirtió en el comienzo de su ascenso a la posición más elevada en Egipto. Pocos escogerían ser ascendidos como José. Pero Dios bendice a pesar de las circunstancias adversas, e incluso, a través de ellas.
El Señor tenía un propósito al llevar a José a Egipto, y también tiene al colocarnos en el lugar donde estamos. Aprendamos a decir como lo hizo nuestro Salvador antes de ir a la Cruz: “No sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26: 39).
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