Por María Lozano
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. (1: Pedro 5: 7).
Imagine esta escena. Es tiempo de desayunar y la familia
está en caos. Las hijas se están quejando de su hermano que se tomó demasiado
tiempo en el baño.
Como resultado no se han cepillado el cabello y no se han
aplicado maquillaje.
Mamá está haciendo lo mejor que puede por mantener el
conflicto, pero despertó con un dolor de cabeza y una larga lista de cosas que
hacer. El reloj está avanzando como una bomba de tiempo, cada vez más cerca de
ese momento cuando, ¡ka-bun!. Es tiempo de irse. Papá se para en la entrada de
la cocina y estudia el pandemónium. Sopesa sus opiniones:
Ordenarles a todos que se estén quietos y se comporten
adecuadamente.
. Regañar a su hijo por dominar el baño a sus hijas por
planificar mal y a su esposa por no tomar el control.
. Escurrirse antes de que alguien lo vea. O podría recurrir
a Dios con una sencilla oración: Padre, tu eres buena. Necesito ayuda. Reduce
la locura en mi casa, por favor. ¿Puede la oración, cambiarlo todo? Podría. O
quizá se requiera otra oración, o dos o
diez.
Pero por lo menos el problema estará en las manos del que lo
puede resolver.
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