"El vaso futuro"

Tomado de: Reflexiones Cristianas
Por María Lozano
Al referirse al cuerpo, el apóstol Pablo lo llama primero: «vaso de barro», luego: «hombre exterior» y, por último: «tabernáculo». Pablo usa su profesión como fabricante de tiendas para explicar lo que significa la descomposición y la temporalidad de este «tabernáculo» o «tienda».
En nuestro estado presente somos comparados a una tienda terrenal destructible. En nuestro estado futuro seremos un edificio indestructible hecho por Dios. Al igual que Pablo, nuestro anhelo es ser recubiertos de nuestra habitación celestial con el fin de que lo mortal sea absorbido por la vida.
Nuestra esperanza de un cuerpo glorificado está garantizada porque Dios nos ha dado las arras, la garantía, el pago inicial, del Espíritu. ¡Por lo cual, no hay duda de que este vaso de barro será transformado en un glorioso edificio, para la gloria de Dios!...
Aunque el término «vasos de barro» no suena atractivo para nadie —sobre todo en este tiempo, en el cual lo único que se promueve es la grandeza, los títulos y los nombres—, no debemos perder de vista que la razón por la cual Dios pone ese tesoro en vasos de barro es para que «la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros». Cuando no tengamos interés en buscar la gloria personal, no se nos dificultará reconocer lo que en realidad somos: frágiles seres humanos a quienes Dios usa con su poder para que seamos sus representantes en esta tierra, que proclamemos este glorioso evangelio de paz y salvación

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