Tomado de: Reflexiones
Por María Lozano
Nuestros graneros estén llenos, proveyendo toda clase de grano; nuestros rebaños se multipliquen en nuestros campos por millares y decenas de millares,
Y nuestras vacas estén cargadas de crías. ¡Que no haya muerte ni aborto ni gemido en nuestras plazas!
Bienaventurado el pueblo al cual así le sucede.
¡Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el SEÑOR (Salmo 144: 13-15)
Este versículo refleja la bendición derramada sobre el pueblo del salmista, un pueblo que clamó la presencia de Dios, un pueblo feliz por la misericordia de Dios, por un pueblo que Dios regala abundancia por su gran bondad, BIENAVENTURADO EL PUEBLO QUE TIENE TODO ESTO, BIENAVENTURADO EL QUE ABRAZA A DIOS!
Cuando leemos esta frase Nuestros graneros estén llenos, proveyendo toda clase de grano y rebano, imaginamos ganadería, agricultura, es lo primero que viene a la mente, en realidad esto se da en diferentes áreas de nuestras vidas, laboral, financiera, social, salud, familia y lo espiritual. Cuántas veces imploramos a Dios en mejorar ciertas áreas de nuestra vida y no estamos encontrando respuesta y decimos, albergamos a Dios en nuestro corazón pero no tengo todo lo que deseo, la vida no nos otorga todo lo que deseamos, pero Jehová sabe lo que realmente necesitamos y nos concede lo que nos hará felices, sentir pleno siempre a su voluntad, Dios se deleita en bendecirnos. Si confiamos en nuestro padre celestial jamás nos faltará, EL siempre proveerá y nos concederá lo que anhelamos. No hay lucha perdida, no hay pan que falte, no hay enfermedad sin ser sanada si estamos en compañía de Dios.
Si estamos afrontando una situación difícil, necesidades, no abandonemos a Dios, clamemos su misericordia, Jehová es el camino la verdad y la vida, jamás nos faltará, El siempre proveerá lo mejor para nosotros, seamos como el salmista David, reflejemos una sólida confianza en Dios.