Amar a Dios

Tomado de : Youversion mis planes:Crezcamos en Fe, Amor y Santidad
Por María Lozano

El amor nos dispone a ejecutar todos nuestros deberes con Dios y con los hombres. En la religión, se enseña que debemos hacer buenas obras para que Dios nos ame, pero los hijos del reino no servimos a Dios para que nos ame, sino porque nos ama, es que le servimos.

Es el amor a Dios, aquello que dispone nuestro corazón para honrarlo como es debido, adorar su grandeza, y someternos gozosa y voluntariamente a su dominio. Por algo, el Señor colocó el mandamiento de amar a Dios, al inicio de todos los mandamientos. De esta fuente emana todo lo demás. Es el amor a Dios, aquello que nos mueve a obedecerlo de manera voluntaria, como la obediencia que le dispensa el hijo al padre que ama.El amor nos mueve a refugiarnos en Dios en tiempos de dificultad. Cuando viene la aflicción, queremos estar cerca de quienes amamos, y recibir el consuelo de su compañía. El que ama a Dios, se refugia en Él en tiempos de necesidad. Es el amor a Dios, la virtud que dispone nuestro corazón a deleitarse en el hecho de que Dios sea glorificado, aun cuando tengamos que ser humillados.

Es ese mismo amor, que guarda nuestras almas de poner en duda la Palabra de Dios, o de poner en duda la genuinidad de su amor hacia nosotros cuando atravesamos en medio de alguna situación conflictiva. Todos nuestros deberes con Dios son energizados por el combustible del amor.

Lo mismo podemos decir en lo que respecta a nuestros deberes con los hombres. Si amamos al prójimo, nos guardaremos de hacer deliberadamente lo que pueda dañarle. Más aún, nos ocuparemos activamente de hacer el bien. La compasión y la misericordia emanan directamente del amor.

De igual manera el amor, es la virtud que pondrá un cerco alrededor de nuestro corazón para que no envidiemos al prójimo en su prosperidad; nos moverá a pensar caritativamente en sus acciones; a moderar nuestras pasiones cuando tiendan a levantarse en medio de la ofensa, de los malos entendidos y toda clase de situaciones molestas. Sabiamente, Salomón, escribió que «el odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas».

Cualquier cosa que hagamos que tenga apariencia de virtud no es más que hipocresía cuando es ejecutada sin amor. Si no lo hacemos por amor, ya no hay sinceridad en nuestra actuación. Sea en el contexto de nuestros deberes con Dios, o de nuestros deberes con los hombres; si el móvil que está detrás no es el amor a Dios o el amor al prójimo, ¿cuál es, entonces? El amor a nosotros mismos; a nuestra propia reputación, a nuestra propia comodidad, a ganancias materiales.

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