Tomado de: Nuestro Pan Diario
Por María Lozano
Cuando la torre de una iglesia local se incendió al caerle un rayo, a los bomberos les resultó difícil apagar las llamas. Tuvieron que arrastrar pesadas mangueras por tres escaleras diferentes para salvar la estructura, a la que describieron como alta, vacía y sin ventanas.Conozco algunas personas que coinciden con la descripción de esa torre. Son “altas”, en el sentido de que se colocan por encima de los demás y nos alejamos, nos volvemos “edificios” sin medios adecuados de salida en caso de incendio, y una pequeña chispa en ellos puede encender un fuego devastador. El orgullo es particularmente peligroso porque Satanás lo disfraza como algo bueno y nos hace pensar que no necesitamos a Dios.La soberbia impide que mucha gente entre en el cielo. Y algunos que logran grandes milagros en el nombre de Cristo lo oirán decir un día: “Nunca os conocí” (Mateo 7: 23). Sin embargo, los que se humillan llegarán a ser los mayores en el reino de los cielos” (18: 4).
Tenemos la oportunidad de aprender la verdad que Satanás no quiere que creamos, la verdadera piedad no se logra elevándonos, sino reclinándonos.
Los que conocen a Dios serán humildes; los que se conocen así mismos no pueden enorgullecerse.
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