Tomado de: Nuestro Pan Diario Mujeres
Por María Lozano
El apóstol Pablo pronunció palabras duras para los haraganes: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” ( Tesalonicenses 3: 10). Algunas circunstancias pueden impedir que trabajemos, pero, si estamos aptos físicamente y encontramos trabajo, debemos desempeñarnos con energía y diligencia. Este no es solo un buen consejo, sino un mandamiento de un apóstol inspirado y de nuestro Señor Jesucristo (v.12). La pereza es pecado.
Pablo también les dijo a los trabajadores: “No os canséis de
hacer bien” (v. 13 ). Nuestro trabajo puede parecer absurdo y ser poco
desafiante o estimulante, pero podemos hacerlo “de corazón, como para el Señor”(Colosenses
3: 23).
A veces, nos cansamos de nuestro trabajo y queremos
abandonar, pero podemos mantener el rumbo si entendemos que estamos haciéndolo
para nuestro Señor y, en definitiva, para Él solamente (Efesios 6: 7). Dios es
un jefe que ve y conoce todo lo que hacemos, lo valora y sabe que nos motiva.
Entender que a Él le importa nuestro trabajo les da sentido a todas nuestras
acciones, incluso a aquéllas que nadie ´más nota ni aprecia.
Mientras Miguel Angel pintaba en su oscuro rincón de la Capilla
Sixtina, uno de sus ayudantes le preguntó por qué prestaba tanta atención a una
parte del techo que nadie vería jamás. Él contestó: “ Dios si la va a ver.
Independientemente de quién sea tu jefe, estás trabajando
para Dios.
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