Tomado de: Roberto Rado
Por María Lozano
Aún quedan algunas brasas encendidasde este gran pero efímero
triunfo deportivo.
Sirvió para alegrarnos unas horas,
o tal vez mantener algo de euforia
que opaque esta tristeza
que hace tiempo acompaña
a millones de argentinos..
La verdad, Señor, es que necesitamos,
mucho más que un triunfo pasajero
que se esfume cual rocío matutino.
Es imprescindible que los resultados esperados
no sean el conseguido en una copa,
sino el haberle ganado a la pobreza,
que como gangrena
infecta cada rincón de nuestra tierra.
Que los mejores jugadores sean aquellos
que tiene en sus manos
el poder de tomar prudentes y sabias decisiones
por el bien de todos los que habitamos este suelo
y que hace tanto tiempo esperamos soluciones.
Ya estamos Señor, con el tiempo cumplido,
jugando los minutos de descuento,
que agregaste por si quizás
en algún momento
recapacitemos.
Que lleguemos a ser el país que Tú soñaste,
cuando nos regalaste
una tierra tan grande,
repleta de recursos.
Inmensa en la distancia.
Profunda en las riquezas.
Vasta en los miles de paisajes
que nos acompañan
cuando la recorremos
desde sur a norte.
Y por sobre todos los regalos derramados
hay un valor inalterable en las personas
que llevan en sus venas
la inmunidad de aquellos héroes que nos infundieron
libertad, justicia y fortaleza.
No permitas que nuestro futuro Señor,
tengamos que definirlo por penales.
Que el empate nos quite el atributo de rivales
y de ahora en más si competimos
lo hagamos como hermanos.
Y al igual que la remanida frase que siempre escuchamos
aunque no siempre en acciones vemos reflejada,
que Tú Señor y la Patria a la que tanto decimos que amamos,
nos demanden la alegría que por egoísmo le negamos.
Roberto Rado, 22/7/2021
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