Tomado de: Reflexión Bíblica
Por María Lozano
“Al oír esto, Jesús le dijo a Jairo: -No tengas miedo; cree nada más, y ella será sanada.” Lucas 8:50En ocasiones, nos sentimos abrumados, frustrados e insatisfechos sin saber la razón. Algo dentro de nosotros nos quita la paz y la alegría, pero no podemos identificar su origen. Estos sentimientos incómodos pueden provenir de metas que nos hemos fijado en algún momento y que abandonamos por considerarlas imposibles..
Esta frustración no desaparece por arte de magia, se queda en nuestro corazón y, sin darnos cuenta, puede llevarnos a sentir resentimiento y tristeza. Por eso es importante restaurar nuestro equilibrio y autoestima a través de la oración, renovando nuestra fe en Cristo y alejando la angustia que nos afecta, despejando la bruma que nos impide ver el final del camino.
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