Tomado de: Alfonso De Caro
Por María Lozano
Mateo 25.14-30.Servir a Dios no es opcional. La gente inventa todo tipo de excusas: demasiado viejo, demasiado joven, demasiado ocupado, demasiado cansado, demasiado enfermo— la lista es interminable.
Pero cualquier razón carece de valor según las Sagradas Escrituras, que nos dicen que los creyentes son “creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef 2.10).
El servicio no depende de la salud, la edad o la experiencia. Conozco hombres y mujeres postrados en cama que dedican su día a la oración de intercesión. Y he conocido a creyentes que nunca estudiaron en un seminario y que, sin embargo, se esfuerzan por discipular a nuevos creyentes.
El Señor nos da talentos y habilidades con un propósito, y nos equipará para un mayor servicio a su reino. Si le servimos de todo corazón, podremos esperar escuchar: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! … ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mt 25.21 NVI).
El servicio no depende de la salud, la edad o la experiencia. Conozco hombres y mujeres postrados en cama que dedican su día a la oración de intercesión. Y he conocido a creyentes que nunca estudiaron en un seminario y que, sin embargo, se esfuerzan por discipular a nuevos creyentes.
La diferencia entre estas personas y quienes ponen excusas es la actitud. Si nos vemos como siervos, estaremos enfocados en Dios y dependeremos del Espíritu Santo. Pero si nos pasamos preocupados sobre cómo, cuándo y a qué costo trabajamos para el Señor, entonces somos egocéntricos y de poca utilidad para Él..Un día compareceremos ante Dios, y Él nos pedirá cuentas de cómo usamos los talentos y los dones espirituales que nos fueron dados. ¿Qué podemos decirle, que pueda justificar el desatender las oportunidades que nos dio para usar esos dones? Ninguna excusa será aceptada. La entrega completa a la voluntad de Dios es la clave para agradarlo.
El Señor nos da talentos y habilidades con un propósito, y nos equipará para un mayor servicio a su reino. Si le servimos de todo corazón, podremos esperar escuchar: “¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! … ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!” (Mt 25.21 NVI).
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