por María Lozano
CUANDO ENTRAMOS AL TEMA de la comunicación clara, comprobamos que Jesús fue un experto. Niños y adultos por igual no tenían dificultad en entender sus palabras y seguir sus razonamientos. Esto es notable porque, mientras estaba en la tierra, vivió en una sociedad que estaba acostumbrada a una religión basada en frases hechas y en dobles mensajes. Los escribas, sacerdotes y fariseos, que dominaban la escena de la sinagoga en Palestina, se cuidaban de que así fuera. Sin quererlo, hicieron que el estilo sencillo y directo de Jesús pareciera más renovador. Cuando él hablaba, la gente escuchaba. A diferencia de los piadosos profesionales de sus días, las palabras de Jesús tenían sentido práctico.
Esto nunca fue más cierto que cuando se sentó en una ladera con sus seguidores y habló de las cosas que realmente importan. La tradición ha hecho que esa sesión de enseñanza sea conocida como el Sermón del Monte, título desafortunado a mi criterio. Sus palabras tenían autoridad, pero no eran de charla en la ladera fue una presentación informal, razonada, meditada y sencilla. Destilaban una enorme dosis de verdad en un tiempo increíblemente corto y aquella gente que había soportado una vida de sermones aburridos y sin aplicación a sus existencias se quedaron atónitos hasta el final.
“Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7:28-29).
¡Que Dios Nuestro Padre nos ilumine!
Muy bueno!! El costo de lo sencillo y lo verdadero es alto no!! Confrontación, persecución,.............etc.
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