por María Lozano
Oí la voz del Señor, que decía:¿A quién
enviaré, y quién irá por nosotros?
Entonces respondí yo: Heme aquí, enví-
ame a mí. Isaías 6:8
Nunca la profecía fue traída por voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios
hablaron siendo inspirados `por el Espíritu
Santo. 2 Pedro 1:21
Dios, en su bondad hacia los hombres, no quiso asustarlos ni impresionarlos revelándose a ellos. No se manifestó directamente con toda su majestad y grandeza, pues el ser humano no puede concebir tal infinito ni soportar tal visión. Entonces escogió revelarse a través de hombres que tenían sus necesidades, preguntas, angustias. Por eso la Biblia contiene numerosos relatos de la vida cotidiana. Dios quiso que personas de horizontes muy diferentes y de todas las clases sociales mostraran el camino que siguieron para llegar a él. El testimonio dado por esos escritores es enriquecedor debido a su simplicidad y forma directa, a la cual el hombre moderno no puede ser insensible.
Pero además de exponer lo que experimentaron, los escritores de la Biblia afirman claramente que hablan de parte de Dios. Recibieron por revelación un mensaje y nos lo transmitieron como fieles profetas. Muchas veces leemos “El Señor habló”, “Dios dice” , y otras expresiones parecidas.
El mismo Dios, a través de diferentes escritores, habló para revelar sus pensamientos y dar a conocer su voluntad.
Querido lector, ¿a leído los evangelios, en los cuales Mateo, Marcos, Lucas y Juan nos transmiten las palabras mismas de Jesús, Dios hecho hombre?
¡Léalos y verá que Dios nos habla directamente!
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