por María Lozano
Conozco, oh Señor,
que el hombre no es
señor de su camino, ni del hombre que ca-
mina es el ordenar sus pasos. (Jeremías 10:23)
¿Dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el
lugar de la inteligencia?
(Job 28:12)
El siglo 20 experimentó un desarrollo de la ciencia y la
tecnología extraordinarios. Aún hoy nos beneficiamos de todas las maravillas
que se hacen en todos los ámbitos; agricultura, medicina, transportes,
comunicaciones…
Sin embargo, cada vez se siente más un profundo malestar. El
mundo parece más vulnerable que nunca. A menudo los avances tecnológicos constituyen
una amenaza permanente y una causa de degradación irremediable para el medio
ambiente: el bumerán del progreso se vuelve contra el que lo lanzó.
Forzosamente debemos constatar que el hombre no puede dirigir por sí mismo su
vida y menos aún el planeta, Sólo “La bendición del Señor es la que enriquece,
y nos añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).
Desde tiempos antiguos el hombre, frente a su fragilidad e
incapacidad para controlar el futuro, busca una sabiduría superior. Pero Dios
respondió a esta necesidad incluso antes de que fuera expresada. Dio su
Palabra, la Biblia ;
dio a su Hijo, la mayor sabiduría. Jesús es “poder de Dios, y sabiduría de
Dios” (1 Corintios 1:24). Para disfrutar de todo lo que Dios nos da en
abundancia, sin degradar nada, primero debemos ser salvos personalmente a
través de Jesús. “El evangelio …es poder de Dios para salvación a todo aquél
que cree” (Romanos 1:16). ¿Confiemos plenamente en él, tanto para el presente
como para el futuro!
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